La gente ya no miraba hacia arriba. La humanidad estaba tan inmersa en el dinero, en la política y en las cosas mundanas, que dejó de fijarse en la belleza del arco iris.
Éste -orgulloso y ofendido- decidió convertirse en monocromático.
Aquella mañana, después de la lluvia, asomó en el horizonte mostrando siete tonos diferentes de negro y gris, en vez de sus espléndidos siete colores de siempre.
Nadie se dio cuenta de ello, ni siquiera el duende que cuidaba la olla de oro en donde el arco iris hacía contacto con la Tierra.
El arco iris -totalmente deprimido- decidió suicidarse.