En este universo lleno de seres extraños,
existió -no ha mucho según el calendario que rige las Cosas Innegables- un elfo
muy previsor.
Dicen que antes de nacer acercaba su oído al
exterior del vientre de su madre para tratar de escuchar lo que pasaba allá
afuera: la temperatura, el ambiente político, los rumores de la bolsa de
valores…
Cuando nació, la partera se sorprendió de que él
-en vez de llorar- giraba su cabeza, con los ojos muy abiertos, a la izquierda,
a la derecha, hacia arriba y hacia abajo, como tratando de entender de qué se
trataba todo aquel extraño exterior, previendo cualquier sorpresa desagradable.
Antes de acercar sus labios al pezón de su
madre, palpó ambos senos para constatar los inventarios lácteos. Una vez
confirmada su seguridad nutricional en el mediano plazo, revisó someramente la
habitación en donde había nacido, para así conocer el nivel socio-económico de
su familia. Se sintió temporalmente seguro, aunque con algunas dudas. Después
de eso, se atrevió a mamar, no sin antes verificar la calidad de la leche
materna.
El sabio y congruente Destino hizo que los
padres lo bautizasen como Porsiacaso. Dice la leyenda que la criatura siempre
dormía con los ojos abiertos.
En cuanto tuvo uso de la razón, apeló a las
mil Posibilidades, extrañas deidades elfas que brindaban un enorme espectro de
escenarios existenciales posibles. Ellas lo llenaron de probabilidades y de sabiduría
circunstancial.
Así, Porsiacaso inició sus aventuras en este
cambiante y azaroso mundo siempre analizando y sopesando lo que podía pasar y
lo que no era teóricamente posible.
Desarrolló complejos árboles decisionales,
técnicas para conocer escenarios factibles y situaciones coyunturales, así como
toda clase de metodologías de análisis probabilísticos
y determinísticos.
Se doctoró en Desconfianza Justificada, en
Dudas Razonables, en Incertidumbre Factible, en Temores Lógicos, en Angustia Existencial,
en Probabilística Improbable, en Circunstancias Insólitas, en Ciencias Predictivas,
en Absurdos Materializables (en el corto, mediano y largo plazo).
Porsiacaso murió joven, atropellado por una
carreta de bueyes lentos que él no vio venir, precisamente por estar distraído
pensando en lo peligrosas que podían ser las veredas de su aldea elfa.
La probabilidad de que Porsiacaso muriese en
esas condiciones era en realidad muy baja, pero el omnipotente dios
Porquemedalagana decidió que así fuese.