miércoles, 16 de diciembre de 2009
El dragón de agua
Cuenta la leyenda que aquel maravilloso dragonzuelo nació, como cualquier otro, de un huevo ordinario, producto de una pareja de dragones excepcionales que jamás estuvieron de acuerdo con las actitudes hostiles de su especie, que solía asolar sin razón las aldeas de aquel pacífico valle. Su nombre era Shukra, porque nació justo a la hora que más brillaba el planeta Venus.
Desde joven, en cuanto aprendió a volar, esta alegre criatura pasaba muchas horas del día en las orillas del lago del valle, disfrutando del agua, de manera diferente a los demás jóvenes dragones que jamás se acercaban ahí por temor a ser atacados por la gente. Ellos preferían pasar el tiempo en el cañón del Buitre, en donde mordisqueaban las rocas ígneas, lo que les permitía después arrojar enormes bocanadas de fuego mortífero en contra de los aldeanos.
Fue por esa razón que Shukra jamás fue capaz de arrojar fuego, lo que le valía la burla y el desprecio de la mayoría de los dragones de la región. En vez de eso, solía acercarse a las aldeas en fuego y arrojar bocanadas de agua para apagar los incendios generados por sus congéneres, y así proteger muchas vidas humanas.
Su extraña actitud desconcertaba a todos, dragones y humanos. Sin embargo, salvó a tanta gente de morir incinerada que poco a poco fue haciéndose de buena fama entre los humanos, que lo observaban de lejos extrañados, chapoteando alegremente en las orillas del lago. Nadie osaba molestarlo.
Un día, sin embargo, fue atacado sorpresivamente por una decena de dragones que lo consideraban un traidor. Sus alas fueron devoradas por el fuego, y fue a caer en el lago ya bastante debilitado.
Cuenta la leyenda que Shukra, el dragón de agua, murió ahogado aquella tarde en el lago. Pero los aldeanos de la región dicen que aquella extraña criatura benefactora sigue viva, y que mora todavía en las profundidades del lago, resguardando a los pescadores y a los niños que nadan en ese lugar.
Mucha gente dice haberlo visto salir volando del agua por las noches, para dibujar su esbelta silueta contra la luna llena, extendiendo sus alas majestuosamente en el horizonte.
Lo único que es seguro es que Shukra sigue vivo en el recuerdo de todos los aldeanos de aquel pacífico valle asolado todavía por terribles y poderosos dragones que arrojan sobre ellos enormes llamaradas de mortífero fuego.
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