jueves, 4 de diciembre de 2008
Fanny, la oruga mágica
Le faltaba todavía un poco de peso para poder encerrarse en su crisálida, así que comía de la hoja de una mata de bulbulbudura azul a toda velocidad, pero siempre pendiente de que no se le acercara el voraz cuervo negro de la bruja Astrajosa, que obviamente quería devorarla para que no se cumpliera la Profecía.
Su misión estaba clara: después de madurar durante unos días y cambiar completamente su fisonomía dentro de la crisálida, ella surgiría, tras de una espectacular metamorfosis, como hada mariposa dorada, predestinada a cuidar al pequeño duende maravilloso que estaba por nacer.
Esta criatura –decían los Libros de Azur- sería quien finalmente dirigiría a su pueblo hacia la libertad y la Luz, y por esa razón, la malvada bruja Astrajosa pretendía matarlo en cuanto estuviese fuera del vientre de su amorosa madre, que nada podría hacer por su vástago ante las fuerzas del mal que aquella personificaba.
Si Fanny no llegaba a tiempo convertida en hada mariposa dorada para proteger al esperado bebé, aquellos duendes del bosque púrpura vivirían por siempre esclavizados por la bruja, y entonces el universo volvería a convertirse en el Reino de las Espantosas Tinieblas, como lo había sido antaño.
Fanny, la oruga mágica, estaba de verdad preocupada, pues sobre ella recaía una enorme responsabilidad.
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