domingo, 23 de agosto de 2009
Daños y perjuicios
Contra el arbitrio absoluto del universo entero, contra todos los prejuicios de la enajenada humanidad, contra todos los esfuerzos difamatorios de las distintas religiones y sus libros sagrados, contra todas las técnicas exorcistas conocidas, llegó finalmente el día en que el aparato legal, judicial y de derechos humanos de la Tierra, pudo reconocer que el prestigio del Diablo había sido objeto de injusta y deliberada manipulación propagandística por parte de las diversas Iglesias en su eterna competencia comercial por ganar feligreses.
El Diablo, ganador del juicio en la última instancia, exigió entonces ser reivindicado como una criatura positiva, buena y benefactora en lo referente al sano desarrollo de su muy querida humanidad.
Así, finalmente la gente pudo emerger del ropero mental con toda su madurez, para poder disfrutar de tantas y tantas cosas que hasta entonces habían resultado ser pecado.
Ese día, las diversas iglesias, templos, mezquitas y sinagogas quedaron vacías, los sacerdotes desempleados y sus arcas sin recursos.
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