domingo, 4 de enero de 2009
El niño y el árbol
El pequeño Omar, a sus ocho años de edad, regresaba a casa después de pasar una agradable y agotadora tarde de juegos con sus amigos de la aldea. En el camino sintió que algo lo atraía: no era más que un árbol frondoso con una copa excelente. Cansado como estaba, optó por refrescarse unos minutos bajo la agradable sombra generada por ese majestuoso vegetal.
Decidió, para descansar, poner la cabeza sobre una enorme raíz que sobresalía del suelo, y de repente cayó dormido profundamente. Fue entonces que Ariuuu decidió presentarse en su sueño. Le dijo que era un árbol consciente, de cuatrocientos años de edad, que era amigo de la lluvia, del sol, del viento y del arroyo cercano, y que con todos ellos pasaba ratos muy agradables. También a él le propuso ser su amigo.
Omar despertó de aquel extraño sueño unos quince minutos después, y pensativo llegó a casa. Cenó, y sin contarle a nadie la loca experiencia de esa siesta bajo el árbol, se fue a la cama.
Esa noche volvió a soñar con el árbol, quien ahora le contó el resto de su historia: había sido sembrado por un ancestro suyo a quien quiso mucho, pues lo cuidaba con verdadero ahínco, pero un día éste tuvo que marcharse a una guerra de la que nunca volvió.
Así, Ariuuu quedó solo y triste. Como era apenas un arbusto, la pasó muy mal con la sequía, y sufrió muchísimo cuando un enorme incendio devastó la campiña a su alrededor.
Finalmente, después de veinte años y de muchos problemas, Ariuuu se convirtió en un árbol robusto a prueba de todo, pero aun así, se sentía muy solitario. Por eso empezó a buscar amigos. Recibió buena respuesta del sol, que lo calentaba en invierno; de la lluvia, que siempre llegaba a tiempo cuando la sequía se tornaba desagradable; del viento, que limpiaba sus hojas llenas de polvo para así poder respirar; y del arroyo cercano, cuyo permanente y musical ruido lo hacía sentirse acompañado.
Le dijo también a Omar que esa tarde, al verlo pasar por ahí cerca, decidió llamarlo, pues desde que era un arbusto no había tenido ningún amigo humano, y él parecía un niño agradable y confiable.
En ese mismo sueño, Omar le brindó su amistad para siempre, y le ofreció cuidarlo toda la vida en la medida de sus posibilidades.
Omar fue creciendo en la aldea, y todos los días visitaba al árbol para platicar discretamente, mientras éste, agradecido, movía sus ramas alegremente en señal de respuesta.
Ya en la adolescencia, todos los amigos de Omar decidieron emigrar en busca de mejores oportunidades en la vida, pero éste nunca lo pensó siquiera, pues sabía que su amigo árbol estaba ahí esperándolo y que necesitaba su compañía. No podía abandonar a su amigo con esas raíces que le imposibilitaban irse a otro lado.
Pasaron los años. Un día Omar se enamoró de la bella Fátima. En cuanto le tuvo un poco de confianza, platicó con ella acerca del árbol y de la amistad que los unía, y de las conversaciones diarias que tenía con Ariuuu. Ella, al principio, pensó que su nuevo novio estaba un poco loco, pero una tarde, descansando ambos bajo la sombra del árbol, Ariuuu le dedicó unos bellos y profundos pensamientos que la convencieron de que todo era cierto. Para ella quedó claro de que Omar y el extraño árbol eran amigos muy cercanos.
Poco tiempo después, Fátima y Omar se casaron. Lamentablemente él enfermó de algo muy grave y murió antes de cumplir el año de casado.
La familia de Omar pensaba enterrarlo en el cementerio de la aldea, pero Fátima se enfrentó a todos, y decidió, en su calidad de esposa, enterrarlo bajo la sombra de su árbol. Los aldeanos y la familia de Omar la tildaron de loca, pero no hubo fuerza humana que evitase que se hiciese la voluntad de Fátima.
Hoy Fátima tiene a diario sueños en los que platica con ambos, con Ariuuu y con Omar, y por ellos sabe que ahora ambos son un sólo ser.
Ella, hoy una anciana, no ha dejado de ir un solo día a la sombra del árbol a platicar de lo extraña que es la vida con su amado Omar y con su mejor amigo de toda la vida, Ariuuu, el árbol.
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