viernes, 19 de septiembre de 2008
Arregladita, como debe ser
La dulce Naty se pasó un rato largo ilusionada, meditando acerca del vestido que se pondría esa noche tan significativa. Quería verse impactante. Era importante.
Después, en el tocador, hizo gala de sus excelentes marcas de cosméticos y de una amplia experiencia en su aplicación.
El espejo no la engañaba: lucía joven e irresistible, tal como a ella le gustaba verse. Después de todo, siempre había sido una mujer bella y elegante.
Antes de salir, roció sobre su cuerpo un exquisito perfume de Lancomme. Era importante que esa noche luciese muy bien, pues era algo así como su cumpleaños, y quería tener éxito.
Fue en su auto a un lugar muy exclusivo, oscuro, en donde era fácil encontrar acompañante para esa ocasión tan especial. No tardó en presentarse el hombre indicado: apuesto, galante y…muy ingenuo. Él creyó haberla abordado, pero realmente fue ella quien lo escogió y lo hizo sentarse en su mesa.
Lo convenció de que tomase vodka en vez de whisky, pues ella detestaba esta última bebida, sobre todo para la cena.
Para cerrar esa prometedora noche, ella le propuso pasarla en su mansión. Él aceptó sin la menor duda, embelesado por tanta dulzura y juvenil belleza.
Después del segundo acto sexual, ella ya no soportó el hambre, y dulcemente, como besándolo, le clavó sus colmillos en la yugular, succionándole la sangre hasta la última gota.
El vodka, mezclado con el vital líquido de un apuesto galán, era su mejor cena, precisamente ese día, en el que cumplía quinientos años de haberse convertido en mujer vampiro.
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