La noche se presta para todo: para asaltos, para violaciones, para romances, para ilusiones.
La Noche (ahora con mayúsculas) es una diosa extraña. Permite demasiadas cosas, y es un hecho que no tiene muy claros sus objetivos.
Durante la Noche aparecen los Sueños, seres únicos que nos desconciertan, que nos ilusionan, que nos dicen algo, pero nada nos garantizan. Noche y Sueños son cómplices de los Desconciertos, de las Aventuras, de los Amores (todo con mayúsculas).
Algunos quisieran enviar a la Noche (y a los Sueños) a un manicomio. Otros les dedican poemas maravillosos.
Si llevásemos a la Noche y a los Sueños a un juicio existencial, tendríamos que pedirle al juez mucha objetividad. Ellos a veces nos favorecen, a veces nos ignoran, a veces nos hacen pedazos. ¿Qué hacer con la Noche?
