
Después de una temporada en esas condiciones estáticas, todo parecía indicar que la humanidad se estancaría irremisiblemente en ese momento de la historia, sin más obras de arte, sin más inventos, sin más innovaciones.
El desconcertado inventor y artista no sabía qué hacer, acostumbrado como estaba a dejar volar su portentoso cerebro en manos de las musas.
Después de varios días de estéril y frustrante ocio, el genio decidió buscar una solución por sí mismo…y la encontró. Mezcló brebajes y pociones, líquidos y sales, vinos y licores, ideas y conceptos, remedios y soluciones, hasta que surgió algo de

Preparó una buena cantidad de dosis de su menjurje y se lo ofreció a las musas, quienes lo bebieron inmediatamente, urgidas como estaban de volver a su inspiración ancestral.
El resultado fue impactante, pero contraproducente: el brebaje resultó estimulante, embriagante y…erótico.
Las musas estaban tan contentas con el licor mágico recién descubierto, que se olvidaron desde entonces de aportar ideas a la humanidad, y se dedicaron a la juerga permanente por los siglos de los siglos.
Es por eso que ya no se leen buenos cuentos en Dragonotopía.

Es por eso que ya no se leen buenos cuentos en Dragonotopía.