Maruca es una hermosa gitanilla. Ella sabe que es bonita, porque cuando está limpia y usa el vestido alunarado, los niños del campamento la persiguen y la molestan desconcertados.
Por eso ella prefiere tener la cara sucia, y ocultar sus incipientes senos -y su larguirucho y prometedor cuerpo- en ropa discreta que ahuyenta a esos latosos mozalbetes. Para ella no son diferentes a las moscas que zumban alrededor de la miel.
Maruca prefiere a sus amigos escarabajos. Sus momentos más felices son cuando está sola, echada sobre el prado de las ovejas, junto al arroyo encantado. Ahí la rodean los escarabajos que la quieren, sin molestarla.
Ellos suben por su falda, y ella los toma uno por uno para reconocerlos y llamarlos por su nombre.
“Éste es Juancho. Alguna vez fue un importante faraón en Albaicín.”
“Y este otro es Relámpago, un hermoso corcel negro que ganaba todas las carreras de caballos entre los gitanos de Granada”, piensa ella.
“Los seres sabios prefieren convertirse en escarabajos. Éstos son más felices y viven despreocupados en la hierba. Su único problema son los pájaros, pero resulta fácil esconderse de ellos bajo el pasto.”
Hoy Maruca está echada en el prado. Lleva meses tratando de convertirse en escarabajo. No sabe por qué no lo ha logrado, pero hoy podría ser el gran día: hay una enorme luna llena en el horizonte.
Tal vez un baño de luna con muchos deseos de lograrlo, sea el brebaje indicado.
Y si no fuera así, Maruca lo intentará mañana de alguna otra manera. Está convencida de hacerlo, y, de verdad, lo desea.
Por eso ella prefiere tener la cara sucia, y ocultar sus incipientes senos -y su larguirucho y prometedor cuerpo- en ropa discreta que ahuyenta a esos latosos mozalbetes. Para ella no son diferentes a las moscas que zumban alrededor de la miel.
Maruca prefiere a sus amigos escarabajos. Sus momentos más felices son cuando está sola, echada sobre el prado de las ovejas, junto al arroyo encantado. Ahí la rodean los escarabajos que la quieren, sin molestarla.
Ellos suben por su falda, y ella los toma uno por uno para reconocerlos y llamarlos por su nombre.
“Éste es Juancho. Alguna vez fue un importante faraón en Albaicín.”
“Y este otro es Relámpago, un hermoso corcel negro que ganaba todas las carreras de caballos entre los gitanos de Granada”, piensa ella.
“Los seres sabios prefieren convertirse en escarabajos. Éstos son más felices y viven despreocupados en la hierba. Su único problema son los pájaros, pero resulta fácil esconderse de ellos bajo el pasto.”
Hoy Maruca está echada en el prado. Lleva meses tratando de convertirse en escarabajo. No sabe por qué no lo ha logrado, pero hoy podría ser el gran día: hay una enorme luna llena en el horizonte.
Tal vez un baño de luna con muchos deseos de lograrlo, sea el brebaje indicado.
Y si no fuera así, Maruca lo intentará mañana de alguna otra manera. Está convencida de hacerlo, y, de verdad, lo desea.
2 comentarios:
¿Por qué escarabajos?, ¿recuerdos de Egipto?, ¿otra reencarnación?. De todas formas qué dulce, qué limpio, qué poético.
A veces muchos de nosotros es posible que también quisiéramos desaparecer como escarabajos...
Un bello baño que màs de uno de nosotros debería tomar, y fijarnos muy bien en lo que hace Maruca para tomar su ejemplo...
Eso es saber lo que uno quiere!
una historia bellísima, que también he leído antes, y me ha gustado tanto como ahora.
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