Dicen los que saben de esos menesteres que en el lejano reino de Dragonia existe un río mágico a donde llegan todos los dragones de la región desde lo alto de las escarpadas montañas a saciar su sed de agua y de relaciones dragonianas, muy importantes para todos ellos.
Cuentan que en la ribera norte, junto a la peña dorada, los dragones machos platican, mientras beben, de cosas muy importantes, no de chismes y tonterías, como ellos piensan que hacen las hembras.
Igualmente, en la ribera sur del mágico río, las dragonas hembras se reúnen para refrescarse y mantenerse informadas de las novedades de su conservadora sociedad: las dragonas deben siempre saber todo lo que pasa a su alrededor.
Las pláticas entre los machos versan en comentarios sobre el último torneo entre dragones y caballeros medievales; en secuestros de princesas; en saber en dónde se encuentran los mejores campos para atrapar ovejas; y en lo atractiva que está la nueva dragoncita dorada que llegó a la sierra la semana anterior.
Por su parte, las hembras hablan del nuevo bebé de Flora, la dragona púrpura; de lo chismosa que se ha vuelto Xania; de los coqueteos con sus maridos de la perversa dragoncita dorada recién llegada; y de cómo preparar brebaje de flores de Vanalia, tan necesarias para que sus pequeños empiecen a escupir fuego a partir de la adolescencia.
Así, dicen que al ponerse el sol, todos los dragones del reino de Dragonia, machos y hembras, emprenden el vuelo, satisfechos de haber convivido con sus semejantes, y se dirigen a sus cálidas cavernas en lo alto de las escarpadas montañas a pasar una agradable noche acompañados de sus queridas familias.
Cuentan que en la ribera norte, junto a la peña dorada, los dragones machos platican, mientras beben, de cosas muy importantes, no de chismes y tonterías, como ellos piensan que hacen las hembras.
Igualmente, en la ribera sur del mágico río, las dragonas hembras se reúnen para refrescarse y mantenerse informadas de las novedades de su conservadora sociedad: las dragonas deben siempre saber todo lo que pasa a su alrededor.
Las pláticas entre los machos versan en comentarios sobre el último torneo entre dragones y caballeros medievales; en secuestros de princesas; en saber en dónde se encuentran los mejores campos para atrapar ovejas; y en lo atractiva que está la nueva dragoncita dorada que llegó a la sierra la semana anterior.
Por su parte, las hembras hablan del nuevo bebé de Flora, la dragona púrpura; de lo chismosa que se ha vuelto Xania; de los coqueteos con sus maridos de la perversa dragoncita dorada recién llegada; y de cómo preparar brebaje de flores de Vanalia, tan necesarias para que sus pequeños empiecen a escupir fuego a partir de la adolescencia.
Así, dicen que al ponerse el sol, todos los dragones del reino de Dragonia, machos y hembras, emprenden el vuelo, satisfechos de haber convivido con sus semejantes, y se dirigen a sus cálidas cavernas en lo alto de las escarpadas montañas a pasar una agradable noche acompañados de sus queridas familias.
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