martes, 26 de mayo de 2009
Los poripos de Kalmansoo
En aquel extraño mundo no existía una cadena alimentaria: todos se comían los unos a los otros. Todo era cuestión de fuerza, de distracciones, de emboscadas, de alianzas perversas y circunstanciales, de traiciones. No había depredadores, o, más bien, todos lo eran.
Pero además existían los poripos, seres perversos que no se alimentaban de materia nutritiva, sino de la escasa alegría que había en ese deprimente planeta. Para hacerlo, penetraban conchas y caparazones; invadían agujeros y madrigueras.
Por eso, en Kalmansoo, todos los seres vivos, excepto los poripos, vivían amargados, odiándose los unos a los otros y a sí mismos, renegando de todo, deseando siempre lo peor para los demás.
Los poripos, después de digerir la alegría robada a los demás, simplemente la eructaban.
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