viernes, 30 de octubre de 2009

Cambios


No era una noche como las que habíamos conocido.

Llegó por el mismo lugar y a la hora esperada, pero era diferente.

No eran las mismas estrellas, y nuestros murciélagos se negaron a reconocerla, al igual que nuestra luna.

Era una noche advenediza, mucho más oscura y tenebrosa, y rara, sumamente rara.

Pero las noches de antes, aquellas a las que amábamos, jamás volvieron. Huyeron asustadas ante la recién llegada.

La nueva noche era una noche caníbal.

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