sábado, 20 de noviembre de 2010

La dignidad del cuento


Nació con una idea de su autor que nunca estuvo del todo clara, y el cuento estaba consciente de eso.

Permitió que los párrafos y los capítulos transcurriesen, pero en ningún momento tuvo la certeza de que sería un buen cuento, o de que por lo menos aportase algo que pudiese ser leído sin bostezos o sin desencanto.

Si bien el autor era reconocido en el mundo literario y tenía varios títulos exitosos en los estantes de las librerías, este cuento no veía con claridad cómo iba a terminar, más allá de la enorme cantidad de palabras, frases y párrafos que no lo llevaban a ninguna parte.

Fue entonces que aceptó su realidad, en la que solamente existían dos caminos: ser un cuento mediocre, o acabar como muchos otros en el cesto de papeles.

El cuento prefirió la segunda opción.

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