lunes, 4 de febrero de 2019

El extraterrestre del tercer mundo


Quien piensa que en otros mundos la designación de astronautas es exclusiva para seres superiores científicamente entrenados, está totalmente equivocado: la mediocridad no es un monopolio del planeta Tierra.

Tal fue el caso de Urggg, el astronauta.



Ante una explosión de descubrimientos astrales de todos los rincones del universo a partir del planeta Arionde, a él le tocó, por sorteo burocrático, visitar el planeta Tierra.

El proyecto de exploración de un planeta mediano e irrelevante, con océanos azules y una vida relativamente desarrollada, le fue asignado a Urggg por medio de un ordenador un tanto obsoleto.

La burocracia de Arionde le asignó una nave anticuada, destartalada. El presupuesto asignado para el viaje dejaba qué desear, al extremo de que Urggg se vio obligado a pedir dinero prestado a su suegra para acabar de llenar el tanque de combustible, con tal de que su misión se llevase a cabo.

Tras un par de meses de haber despegado de su órbita ariondana, logró establecerse en órbita terrestre.

Ureggg observó el clima, el paisaje, las manifestaciones  culturales, las comunicaciones en todas las frecuencias factibles.  

Decidió aterrizar en donde su ordenador le indicó  que estaba el centro científico-cultural del planeta Tierra, con la esperanza de establecer una relación  relevante con los habitantes de ese prometedor planeta.

Descendió de la nave, y se acercó a un terrícola que parecía inteligente.

De un lengüetazo, el camaleón lo enrolló con su larga lengua y lo devoró.



En el planeta Arionde, el burócrata en turno levantó un acta que decía:

“El comandante Urggg , asignado a la misión de exploración del planeta 234 del sector 225, tras de veinte días de no reportarse, se considera desaparecido.

Se turna el expediente a la oficina de Exploraciones Planetarias para lo que proceda.”

No hay comentarios: