Obviamente era de noche. Adán estaba cansado,
con ganas de acostarse. Ella lo tentó con la manzana. De otra manera él nunca
hubiese aceptado aquella loca propuesta. Los hombres somos sobrios; las mujeres
son a veces irresponsablemente explosivas.
Ella quería poseerlo. Él sabía que tenía que
madrugar para ganarse la vida (eso del paraíso es una falacia). A ella no le importaba.
El egoísmo femenino puede ser atroz.
Había un tercer involucrado: un tal Dios.
Dios era el dueño de la manzana, y se sintió
afectado cuando Eva la bajó del árbol. Así que Dios -criatura omnipotente- quiso
sacar ventaja de la situación.
Dios le dio a la manzana un valor agregado innecesario,
y pretendió cobrar injustamente a Adán –no a Eva- el usufructo de una fruta hasta
entonces irrelevante.
Cuando Adán –ya con ganas de acostarse-
reclamó por el abuso, Dios lo amenazó con
la mordedura de una serpiente venenosa. Así no era posible acostarse
plácidamente.
Eva disfrutaba la escena: o Adán hacía el amor
con ella, o la serpiente lo picaba.
Adán aceptó el chantaje: mordió la manzana y
tuvo sexo con Eva (no era, desde luego, la primera vez).
Dios –criatura prepotente- quiso especular una
vez más con el precio de la manzana ya mordida. Adán, cansado del sexo y muerto
del sueño, pretendió regatear (le costaba mucho ganarse la vida).
Dios -genéticamente judío- se sintió ofendido
por la contrapropuesta de Adán. Le salió el rencor bíblico de Jehová y los
expulsó del paraíso.
Adán, que no era tonto, guardaba discretamente entre sus premolares una semilla de la
manzana del Árbol de la Vida. En
cuanto encontró tierra fértil la sembró, y puso una planta productora de sidra.
Eva se encargaba del control de calidad, mordiendo una manzana de cada cien.
Caín y Abel –sus hijos- disfrutaron de las
utilidades del negocio de los padres, hasta que Abel adquirió un vehículo de
lujo. Caín se moría de la envidia y decidió asesinar a su hermano para quedarse
con el BMW.
Después de eso, Caín desarrolló nuevas
variedades genéticas de la manzana original, y nuevos pecados sexuales fueron
cometidos por sus sucesores. Hoy la vida es un degenere. Cada variedad de
manzana encierra una nueva forma de pecado.
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