martes, 5 de febrero de 2019

La encantadora Princesa Caramelo y el horrible Capitán Sorpresa


Ella -la encantadora Princesa Caramelo- vivía de ensueños.


 Él tenía que resolver los asuntos de estado, asesinando enemigos, torturando prisioneros, ocultando ante el reino las bajezas del rey padre de la princesa.



Ella lo conoció en una ceremonia esplendorosa, cuando la Condesa del Azúcar se casó con el Príncipe de los Dulces Sueños en el Palacio de Verano, junto al mágico lago Chateauneuf.

Él acudió a la boda en prevención de un magnicidio inminente del que se había enterado tras haber sometido al potro de tortura a varios enemigos de la familia real.

Ella esperaba que el gallardo capitán la sacase a bailar un vals de Straus que estaba de moda entre la realeza.

Él tenía mil ojos y mil oídos escudriñando a todos los asistentes.

Ella le coqueteó. Hizo uso de sus mejores recursos femeninos para engatusar al jefe de inteligencia del reino.

Él se distrajo un segundo ante las redondeadas rodillas de la princesa.

El disparo asesino fue a dar justo en la sien del rey, que en cuestión de segundos murió desangrado.

Él nunca se ha perdonado el descuido. Hoy vive mortificado en una fría galera, acusado de complicidad.

Ella hoy disfruta de la herencia real junto con su amante, el Príncipe de los Dulces Sueños, autor intelectual del  asesinato del rey.

La Condesa del Azúcar sigue amando al Príncipe de los Dulces Sueños -su esposo-, sabiendo que le es infiel, pero disfrutando de su status de esposa del amante de la recién coronada reina Caramelo.

Los demás ni siquiera nos imaginamos lo que pasa allá arriba.   

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