jueves, 13 de junio de 2019

Saturno

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A pesar de que convivimos en el mismo universo-espacio-tiempo, los tiempos de los Dioses y de los Hombres no necesariamente coinciden. 

Aun cuando la mitología ubique acertadamente la tragedia de un Dios en el pasado, ésta puede estar por ocurrir en nuestro momento existencial  o más adelante. Einstein entendió lo anterior, pero no supo explicárnoslo. 

Antonio Martín se despertó aquél día de bastante mal humor. Claudia, su mujer le había informado la noche anterior que estaba embarazada, tema que en nada lo satisfizo. Ya habían hablado mucho del asunto, y él había dejada clara su postura tiempo atrás: “No quiero hijos.

Habían discutido hasta tarde. Antonio le sugería abortar. Ella se plantó sólida en la discusión, y le dijo que lo tendría aunque él se fuese de casa.

Claudia ya no era una jovencita. La edad de dar a luz se le estaba pasando. Durante diez años había intoxicado su cuerpo con anticonceptivos, y esta vez quería tener al bebé.

Antonio argumentaba la carestía de la vida, la competencia inhumana a la que su hijo estaría sometido para ganarse la vida, los problemas que habría para pagarle la universidad, y cuanta cosa se le ocurría al respecto.

Ella sentía que había algo más de fondo en la complicada cabeza de su marido, así que un día simplemente dejó de tomar la píldora sin decírselo a Antonio, y permitió que la naturaleza tomase su curso. Y antes de anunciarle que estaba embarazada, dejó que transcurriera el tiempo suficiente para que cualquier médico abortista que él propusiera, les informase que ya era demasiado tarde para eso. Así empezaron las pesadillas y las angustias de Antonio, y la enorme ilusión de Claudia. _____________________________________________

Antonio Martín no había sido para nada un buen hijo. Como hermano mayor, manipuló a sus hermanos menores para llevar a su padre a un asilo de ancianos. Después inició un juicio legal para que su padre fuese declarado mentalmente inhabilitado, por lo que el testamento fue anulado. El juez –por medio de sobornos- lo nombró albacea, y eso fue suficiente para birlar todo lo heredado a sus ingenuos hermanos. 

Sin embargo, Antonio dilapidó su fortuna mucho antes de casarse con Claudia. Mucho tiempo antes de conocerla, él soñaba con tener hijos: los niños le gustaban mucho, al extremo de que en sus sueños sentía que los devoraba, mordiendo suavemente sus nalgas rellenas y sus piernas regordetas. Pero cuando se vio en la posibilidad de tenerlos con una esposa joven, fértil y disponible, algo patológico pasó por su mente: así como él había aniquilado de facto a su padre, alguno de sus hijos podría algún día hacerle lo mismo algún día. Su conclusión y decisión fue simple y llanamente no tener hijos.

Claudia nunca lo entendió, pero como mujer resignada, aceptó su suerte pensando que con el tiempo Antonio recapacitaría. Nunca fue así.
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Al nacer el pequeño Eugenio, Claudia decidió separase de su marido y hacer la vida por sí sola, pues las actitudes de Antonio hacia su embarazo la asustaban: varias veces la amenazó con hacerla abortar a golpes.

Así, Eugenio, ayudado por su padrastro Julián (el nuevo esposo de Claudia), salió adelante en la vida. Claudia nunca le negó el hecho de ser hijo de Antonio, pero –por su propia seguridad- jamás permitió que se conociesen. Con el paso del tiempo, Antonio Martín rehizo la fortuna que alguna vez tuvo. Envejeció rico.

Lo que nunca pensó es que un día le llegaría una orden judicial que le exigía poner a su único hijo Eugenio como heredero universal de sus dineros y propiedades. Ese día, un mal sueño dejó claro a Antonio quién era él en realidad: su verdadero nombre era Saturno.

Mucho tiempo atrás –ayudado por sus hermanos los Titanes- había asesinado a su padre Urano para despojarlo del universo. Se quedó con todo lo que había en el mundo, pero sabía de sobra que la vida –aun la de los Dioses- cobraba las afrentas hechas.

Así, Saturno decidió devorar todos los hijos que su noble esposa Rea tuviese, para evitar que alguno de ellos le hiciese lo mismo que él hizo a su padre Urano.

Ella, desesperada, tuvo un último hijo, un hermoso y potente varón. Lo ocultó en un lugar lejano, e hizo creer a Saturno que una piedra envuelta en pañales era el bebé recién nacido. Él lo devoró sin darse cuenta de la treta.

Así, Júpiter creció fuerte y sano, oculto a la vista de Saturno.

Un día, aquél decidió destronar a su padre. Lo hizo, pero no lo asesinó: simplemente lo envió a la tierra de los mortales a ganarse la vida como un hombre más.

Unos días después de aquella reveladora pesadilla, Antonio supo que su hijo Eugenio demandaba la totalidad de su herencia en vida, argumentando que su padre ya no razonaba adecuadamente.

Saturno decidió suicidarse: un Dios como él no debía caer en un lugar más bajo que la tierra de los mortales.

La modernización del Más Allá

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Enfrentado a la creciente incredulidad humana, el  CAMA  (Comité Administrador del Más Allá) ha decidido actualizarse.

Para ello hemos generado una página web en la cual planteamos muchas nuevas opciones utilizando cookies y menús.

A partir del lanzamiento de esta moderna página cibernética (http:// www.masalla.com/), los seres humanos podrán registrarse (con nombre de usuario, password y correo electrónico) y decidir entre muchos tipos de vida postmortem.

Automáticamente recibirán  en su correo electrónico una señal de activación en la que basta hacer click para acceder a dicho portal y cumplir sus deseos en la posteridad.

Tras de registrarse en el site, el futuro difunto podrá decidir  si se va al cielo (heaven), al purgatorio (purgatory) o al infierno (hell), o si simplemente se deja comer por los gusanos (worms), sin mayores consecuencias.

Una vez decidido lo anterior, aparecerá un menú de opciones, en donde el usuario podrá  graduar  la intensidad de la sensación de muerte, la temperatura del ambiente, el tipo de música de fondo, la especie de gusano panteonero  y el nivel de dificultad para sobrevivir en ese medio.

Existe también una pestaña en la que el usuario podrá darse la opción de –si no se siente a gusto con su decisión- cambiar de ambiente virtual. Todos merecemos cambiar de opinión eventualmente.

Con estas innovaciones, el CAMA (Comité Administrador del Más Allá) se pone al día en cuestiones tecnológicas, esperando con ello cumplir con todas las demandas de su importante clientela.

miércoles, 12 de junio de 2019

El día del arco iris en blanco y negro

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La gente ya no miraba hacia arriba.

La humanidad estaba tan inmersa en el dinero, en la política y en las cosas mundanas, que dejó de fijarse en la belleza del arco iris.

Éste -orgulloso y ofendido- decidió convertirse en monocromático.

Aquella mañana, después de la lluvia, asomó en el horizonte mostrando siete tonos diferentes de negro y gris, en vez de sus espléndidos siete colores de siempre.

Nadie se dio cuenta de ello, ni siquiera el duende que cuidaba la olla de oro en donde el arco iris hacía contacto con la Tierra. 

El arco iris -totalmente deprimido- decidió suicidarse. Este dramático hecho no salió –como él hubiese deseado- en ningún periódico del mundo, ni siquiera en los boletines de divulgación de los fenómenos meteorológicos.

martes, 11 de junio de 2019

No fue mi culpa

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Aquella agradable tarde, las Disculpas celebraban el haber logrado –una vez más- convencer a un ingenuo de que ellas eran veraces y totalmente justificadas.

Para celebrar su éxito, invitaron a sus amigos a una fiesta improvisada. Así, no tardaron en llegar el Mínimoesfuerzo, la Mediocridad, la Faltaderesultados, la Flojera, la Indiferencia, la Desidia, el Desparpajo, la Improvisación, la Malacalidad, la Irresponsabilidad, las Ganasdenohacernada y el Dejémosloparamañana, todos dispuestos a manifestar su solidaridad con las anfitrionas.

Desde luego, no hace falta aclarar que aquella fiesta fue un desastre. Empezó tarde, las bebidas no llegaron nunca, la comida estaba mala y los músicos sonaban desafinados, pero como se les olvidó invitar a la Autocrítica, nadie percibió el desorden, y todos los invitados se fueron felices.

Las Disculpas argumentaron que las cosas que no habían salido del todo bien en la fiesta, habían sido culpa de las Circunstancias, mitológicas criaturas que no fueron invitadas y que jamás se enteraron de lo sucedido. Como sea, esa noche las Disculpas durmieron sin el menor remordimiento: mañana sería un nuevo día.

lunes, 10 de junio de 2019

La Malvada Naturaleza


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1) MALOS AUGURIOS EN EL ORÁCULO   DE DELFOS

 La perfección y la omnipotencia de los dioses olímpicos es absoluta, excepto cuando compiten entre ellos mismos. Jamás  un mortal los haría equivocarse o los humillaría. Se dice que solamente Zeus y las deidades más cercanas a él podrían alterar el designio de un habitante del Olimpo. Así fue como Urano y Gea decidieron que fuese.

En las laderas del monte Parnaso, como muchas tardes de verano, aparecieron las náyades inquietas en las cercanías del templo de Apolo, esperando que éste asomase con su lira mágica y las deleitase con una bella melodía.

Esa tarde fue diferente. Apolo apareció como solía hacerlo, con su lira, junto a la fuente de Castalia.
Empezó a tocar una preciosa tonada que las náyades disfrutaban con orgasmos ninfulares, cuando de repente una de las cuerdas del divino instrumento musical del dios imberbe reventó.

Apolo -sonriendo a las náyades como si nada pasase- rápidamente buscó en su carcaj una cuerda de repuesto. Había repuestos para todas, menos para la que se había reventado. Apolo no entendía nada: él era perfecto, como todos los demás dioses del Olimpo. Esto no podía estar sucediendo.

El resto de la jornada musical fue un desastre. Apolo se puso de mal humor. Las náyades se frustraron y manifestaron un pésimo temperamento que jamás habían mostrado. El dios musical prefirió retirarse al Olimpo, para investigar si algún otro dios le estaba jugando alguna mala pasada, pero no encontró a nadie que pudiese explicar tanta anomalía. Algo anormal estaba sucediendo.

Así, completamente desesperado, Apolo acudió a Sibila, la sacerdotisa principal de su propio templo, el del Oráculo de Delfos. Ella preparó unos brebajes, los bebió, y ya en trance dijo:

“Ha nacido alguien relevante que es quien ha obstruido con tu ritual musical. No sé quién es. No me resulta visible.” 


2)  EL INESPERADO NACIMIENTO DE UN MORTAL DIFERENTE

A pesar de que convivimos en el mismo universo-espacio-tiempo, los tiempos de los dioses y de los mortales no necesariamente coinciden. Un evento que está por ocurrir para nosotros, tal vez ya ocurrió para los moradores del Olimpo. Einstein entendió lo anterior, pero no supo explicárnoslo.

En una aldea escocesa cercana a Glasgow –llamada Canterbury-  en el año del Señor de 1143, Mary estaba a punto de dar a luz. Ella era muy pobre. Su religión cristiana le resultaba un bálsamo ante su impotencia. Ella quería creer que el Señor no la había traicionado, sino que por el contrario, la tragedia que vivía era el preámbulo de muchas bendiciones existenciales. Ella no tenía la certeza de que estaba a punto de dar a luz a un dios –o a algo parecido-, pero casi lo intuía.

Efectivamente, jamás tuvo relaciones sexuales con un hombre, excepto en una única ocasión, y ni siquiera repitió el acto. Ella había seguido todos los consejos que circulaban entre las jóvenes de su aldea en lo referente a no tener sexo hasta después de diez o doce días de pasada la menstruación. Incluso había bebido vinagre fuerte los tres días siguientes al de su pecado para evitar cualquier concepción. Su caso –a su entender- se acercaba mucho al de la virgen María, puesto que la probabilidad de haber quedado embarazada en sus condiciones era casi el mismo que el de la madre de Jesús.

Su pequeño John  nació en el mes de mayo. Ella esperaba ver a una criatura bellísima, celestial. Pensaba que su recinto se llenaría de ángeles y de luces extraordinarias, pero no fue así. John era feo, pelirrojo, rollizo, sin mayor encanto. Se alejaba mucho de lo que Mary había esperado. Parecía que Dios le había fallado y la había hecho madre de un celta del montón…

Mary estaba muy equivocada. John era diferente, muy diferente.


3)  ALAS FUERA DE CONTROL

Los Dioses son amos de la naturaleza. No hay fenómenos naturales que se den por sí solos, sin la intervención de alguno de ellos…pero ese día, nadie en el Olimpo había ordenado alteraciones en la superficie del sol.

Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí empezando por las más pequeñas y añadiendo otras cada vez más largas, para formar así una superficie mayor. Aseguró las más grandes con hilo y las más pequeñas con cera, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. No dejó nada al azar.

Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar.

Todo estaba bien, hasta que -sin ninguna razón aparente- se dio una pequeña e imperceptible explosión en la superficie solar. Ícaro, que volaba algo más arriba que su padre, no notó un ligero aumento en la temperatura de la atmósfera. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas de sus alas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar, debiendo nadar hasta Sicilia para ponerse a salvo.

Dédalo reclamó al Olimpo por la explosión solar. Nadie supo darle explicaciones.


4)   UN ACCIDENTE LAMENTABLE

Zeus nunca deseó el mal para los hombres, así que decidió encerrar todas las desgracias posibles dentro de una pequeña urna de madera. Ésta fue escondida por el mismo Zeus en un lugar imposible de ser encontrada.

La bella y virtuosa Pandora decidió aquella tarde no pasear -como acostumbraba- por los hermosos jardines del palacio de Epimeteo, sino explorar una pequeña gruta cercana a su hogar. Entró en ella al atardecer, con poca luz. Más adelante se distrajo disfrutando de las estalactitas y estalagmitas que resplandecían enormemente,  y  tropezó con una piedra oscura, cayendo de bruces.

Al intentar levantarse, encontró escondida en un pequeño recoveco natural, una pequeña y decorada caja de madera. Muerta de la curiosidad, la abrió, liberando así a todas las Desgracias Humanas (la Vejez, la Enfermedad, la Fatiga, la Locura, el Vicio, la Pasión, la Plaga, la Tristeza, la Pobreza y el Crimen).

Zeus -al enterarse- no podía creer lo sucedido, además de que ya era demasiado tarde.


5)   EL ORIGEN DE UNA NUEVA PREFERENCIA SEXUAL

Desde el principio, los Dioses del Olimpo eran de dos géneros complementarios: dioses y diosas. Eso jamás se había cuestionado, pues formaba parte de la esencia de Universo.

Una mañana de primavera, Cupido, dios del amor, preparaba su saeta con esencia masculina de flor del bosque del Laón para hacer que Clitemnestra se enamorase de  Tisámeno. Tensó su arco sin darse cuenta de que el chismoso Eolo, dios del viento, observaba escondido sus acciones.

Eolo no se había repuesto del todo de una gripa que había adquirido en el recién terminado invierno. Así, justo cuando Cupido pretendió ensaetar a Clitemnestra, Eolo estornudó, y la fecha fue desviada, clavándose  justo en el corazón de Tisámeno. Éste, de repente y sin saber porqué, se sintió liberado de cierto atractivo que le generaba Clitemnestra.

Pasaba por ahí casualmente Estacio, y fue visto por Tisámeno, quien quedó prendidamente enamorado de aquél. Viendo Cupido el desastre que había generado, y reconociendo su responsabilidad en el asunto, decidió rápidamente asaetar a  Estacio, para que Tisámeno no viviese eternamente con amor no correspondido.

No del todo contento, pero ya con menos sentimiento de culpa, Cupido vio como Tisámeno y Estacio se tomaban de la mano y se perdían abrazados en la oscuridad del bosque.

Clitemnestra quedó completamente desconcertada.


6)   EL PUDOR DE LEDA

Zeus, disfrazado de bello cisne,  nadó delante de Leda mil veces, haciéndole ver su belleza y su atractivo sexual.

Ella, sintiéndose atraída por el ave, vivía desconcertada por su repentino amor por un ser de otra especie. Lo pensó varios días, y por fin tomó su decisión de entregársele.

Aquella tarde, justo cuando Leda salió de su palacio para dirigirse al lago y relacionarse finalmente con el cisne a quien amaba, sintió algo tibio escurriendo entre sus piernas. Después de pensarlo un rato largo, optó por regresar a sus habitaciones.

Tres días después, cuando Leda se sintió segura de nuevo y dispuesta a entregarle su cuerpo, el cisne ya había migrado.


7)   UNA PIEDRA EN EL ZAPATO

Tetis tomó del talón del pie derecho a su hijo Aquiles, y lo sumergió en el agua del río Estigia. Con ese baño en agua sagrada, el futuro Héroe se volvió invulnerable, excepto en el talón por el cual la madre lo sostenía.

La batalla final de la Guerra de Troya estaba por decidirse ya dentro del recinto amurallado de la gran ciudad. Los héroes luchaban con todo contra los duros soldados troyanos.

Aquiles perseguía a Paris a toda velocidad, cuando sintió que tenía una piedra puntiaguda dentro de la bota que no lo dejaba seguir. Se detuvo un momento para quitarse el calzado y sacarse la piedra. Mientras lo hacía, una saeta perdida se clavó justo en el talón de ese pie, muriendo instantáneamente.


8)   UN PERRO ENAMORADO

El terrible can Cerbero guardaba la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Así estaba escrito desde el principio.

En un ataque de locura provocado por Hera, Hércules mató a sus propios hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Cuando recuperó la cordura y advirtió lo que había hecho, se aisló del mundo, marchándose a vivir solo a las tierras salvajes.

Fue hallado por su hermano Ificles y convencido de que visitase el oráculo de Delfos. En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una serie de doce trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba.

Hércules asumió uno por uno los primeros once trabajos. Su fortaleza física y anímica eran tantas, que no dudaba que resolvería fácilmente el último de sus trabajos –capturar al can Cerbero- y así podría exculpar por siempre sus horribles pecados.

Cuando llegó Hércules a la puerta del Hades, no encontró a su guardián. Pasó por la puerta y encontró a un muerto. Le preguntó por el perro guardián, y ésta fue la respuesta:

“El terrible can Cerbero ya no está en este lugar. Hace un par de días pasó una hermosa perrita en celo, y nuestro guardián decidió irse con ella, meneando alegremente la serpiente que tiene por cola. Es poco probable que regrese, pues la perrita era encantadora.”

Euristeo no le creyó esta historia, y Hércules volvió apesadumbrado a las tierras salvajes de donde había salido, a seguir viviendo su angustia existencial y sus remordimientos.


9)   LAS FACULTADES DE LOS DIOSES

Por el simple hecho de pertenecer al Olimpo, los Dioses tienen la facultad de alterar a su favor los genes humanos.

Así, dioses particulares  dotaron  a Midas de una  mano que convertía en oro todo lo que tocaba; a Hércules con una  increíble fuerza; a Hitler con una  perversidad que rebasaba todo lo anterior;  y a Mozart con un piano virtuoso que jamás había sido escuchado.

Al ser derrocado por su hijo Zeus, Saturno fue expulsado del Olimpo y quedó reducido a la condición de simple mortal, yendo a refugiarse a Escocia, en donde puso -bajo otro nombre- orden entre los hombres salvajes y les dio leyes. 

Su comportamiento como humano fue excelente, pero su rencor hacia Zeus prosiguió por mucho tiempo.

Un día -disfrazado de cirquero- pasó por una aldea llamada Canterbury, en donde conoció a una joven embarazada cercana al día de dar a luz. Le pidió que le permitiese tocar el vientre, y ella, intrigada,  aceptó.

Así –sin que Mary lo supiese- el ADN del futuro John Murphy quedó intencionalmente alterado por Saturno, en un esfuerzo por trastornar completamente las ordenadas leyes del universo regido por Zeus, incluyendo al Olimpo.


10)   BIRJÁN SE SACA LA LOTERÍA

Birján es un dios poco conocido, pues no le gusta manifestarse ruidosamente. Aun en el mismo Olimpo ( en donde radica)  pasa desapercibido. Es -sin embargo- el dios que decide las probabilidades de los eventos, el dios de los juegos de azar. Su influencia entre los Dioses y entre los hombres es definitiva.

No por el hecho de haber perdido la guerra por el control del Olimpo con su hijo Zeus, debemos menospreciar a Saturno. Y así como determinados dioses dotaron  a Midas de una  mano que convertía en oro todo lo que tocaba; a Hércules con una  increíble fuerza; a Hitler con una  perversidad que rebasaba todo lo anterior;  y a Mozart con un piano virtuoso que jamás había sido escuchado; Saturno dotó al inocente John Murphy de un extraordinario e imperceptible talento: sacar de quicio permanentemente al dios Birján.

Así, cada vez que el pequeño Murphy se rascaba su cabeza llena de piojos, Birján, allá muy lejos, y sin saber de dónde provenía el impulso, se sentía alterado, y sin quererlo modificaba negativamente la probabilidad de ocurrencia de los eventos favorables, aumentando así la posibilidad de que todo saliese mal.


11)   LAS LEYES DE MURPHY

El Olimpo acoge -sin discriminación alguna-  a los  nuevos dioses que van apareciendo en el Universo, buenos o malos. 

El pequeño Murphy murió muy viejo, sin haberse desecho de los piojos en su cabeza, y sin haber sabido en vida nada acerca de su especial característica negativamente modificadora de los eventos de la vida cotidiana.

Al morir -por el mero hecho de que el vientre de su madre fue alguna vez tocado por el  dios Saturno-  ascendió al Olimpo, y ahí fue en donde se enteró de sus especiales características y de su naturaleza inmortal.

Hoy Murphy –a pesar de su origen escocés y plebeyo- es el dios de los eventos inesperados, el dios que favorece lo más improbable en los momentos más indeseables.

Por eso, cuando se nos cae el pan con mermelada, cae siempre con la mermelada hacia abajo, y precisamente sobre la alfombra de lujo, justo el día de la importante fiesta en donde queríamos lucirla ante los amigos.

Las leyes de Murphy son las siguientes cuatro:

I  TODO LO QUE PUEDE SALIR MAL,  SALDRÁ MAL.

Cualquier resquicio de probabilidad -por pequeño que sea- que dejemos abierto para que las cosas nos salgan mal, será aprovechado por la Malvada Naturaleza para hacernos fracasar.

II  TODO SE LLEVA MÁS TIEMPO DE LO QUE SE ESPERA.

En cada paso de un evento que pretendamos controlar, la Malvada Naturaleza se encargará de que aparezcan obstáculos y complicaciones de índole inimaginable que arruinarán nuestros presupuestos de tiempo, por pesimistas que éstos sean. Por ello -hagamos lo que hagamos- jamás veremos un evento humano cumplirse a tiempo, a no ser que -sobre la marcha- sacrifiquemos la calidad o el presupuesto económico.

III  TODO ES MÁS DIFÍCIL DE LO QUE  PARECE.

Cada vez que decidimos realizar algún evento, todos presupuestamos su grado de dificultad, para tener una idea de aquello a que nos enfrentaremos. Pero aun los más pesimistas saben que la Malvada Naturaleza llena cualquier evento de imponderables. Pero cuando “inteligentemente” dejamos abierta la opción de considerar ciertos imponderables, aparecerán otros más complicados, que acabarán finalmente por arruinar los presupuestos económicos y de calidad del evento.

IV   CUANDO TODO ESTÁ SALIENDO BIEN, HAY “GATO ENCERRADO”.

La Malvada Naturaleza -encarnación del olímpico Murphy- es bromista, y a veces nos hace creer que no se presentarán imponderables. De alguna manera, tarde o temprano, nos daremos cuenta de que nos estábamos engañando.

domingo, 9 de junio de 2019

Historias de la vida real

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Abrió la probeta en donde había dejado los aminoácidos en agua tibia sujetos a descargas eléctricas. Observó que ya se habían formado algunas proteínas.

Tomó muestras de ellas y las analizó en el microscopio electrónico. Algo faltaba en el ADN, así que lo expuso a una radiación X hasta lograr el resultado esperado. La falla no era grave. Después de todo, era una simulación.

En su ordenador, reprodujo la formación de un pequeño planeta. Esperó hasta que la superficie de éste estuviese a la temperatura ideal, e insertó en él la vida que antes había generado en la probeta.  La primera señal de vida orgánica –células asexuales- se manifestó.

En menos de veinticuatro horas, pequeños seres surgieron del agua y se establecieron en su desierto jardín experimental. En un instante,  aquello estaba completamente verde, y aparecieron pequeños seres voladores con seis patas, a los que bautizó como insectos.  Antes de treinta y seis horas, su pequeño jardín experimental era un edén, lleno de toda clase de bichos y bestias de todos tamaños. 

Había sido un excelente esfuerzo científico, y consideró que necesitaba aplausos, mientras que su mujer lo ignoraba viendo absurdas telenovelas. Tal vez tenía razón.  “Todos-eventualmente- necesitamos motivación. Es un hecho.”, pensó.

Así, él decidió crear a un admirador incondicional que sustituyera la indiferencia de su esposa.  Removió el ADN para que –a partir de los simios- surgiese un ser relativamente inteligente capaz de adorarlo.

Lo llamó Adán, pero le resultó débil de carácter: argumentaba que necesitaba compañía.  Le dijo: “De acuerdo, te complazco, pero no sabes en lo que te metes.” Y le brindó una compañera.  Él y Adán –par de inmaduros- arruinaron el Universo.

jueves, 6 de junio de 2019

El matamoscas

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Con la sublime responsabilidad de la supervivencia de sus amadas larvas, ella volaba buscando desesperadamente nutrientes aquí y allá. No era su culpa que los mamíferos y las aves tuviesen aparatos digestivos ineficientes que desperdiciaban recursos valiosos para otros seres.

Ella tomaba de esos residuos los azúcares y nutrientes esenciales que garantizarían el futuro de sus queridas criaturas. Ellas querían nacer y cumplir su función biológica, como parte del plan divino. Es más, lo ansiaban.

Los pelos de sus extremidades le servían para oler y degustar, y así escoger lo mejor para sus amadas larvas. Si los microbios aprovechaban eso como medio de transporte, ése no era su problema. Ella ni siquiera lo sabía.

Lamentablemente, aquella tarde, mientras cumplía con su mandato maternal, ella vio un enorme objeto plano que se le acercaba a gran velocidad. Intentó volar, pero su cielo se cubrió de color azul.

Su débil esqueleto tronó y quedó embarrado en lo que los humanos llaman una pared. Esa tarde la responsable madre de decenas de criaturas no pudo llevar alimentos a sus hijos. Sus larvas no sobrevivieron a la orfandad.

La lucha por la existencia cobró su cuota.