domingo, 24 de febrero de 2008

Merecidos derechos de autor

Aprovechando la hospitalidad de la zorra y el cuervo; de la cigarra y la hormiga; y de la liebre y la tortuga, aquella tarde se juntaron en asamblea formal, sobre el lomo de un bien encuadernado tomo de las Fábulas de Esopo, los siguientes animales célebres:

· el burro que tocó la flauta

· el pez que por la boca muere

· el chivo expiatorio

· las moscas que no entran en boca cerrada

· el cocodrilo de las lágrimas

· el elefante del famoso tacto

· el león que cree que todos son de su condición

· la gallina de los huevos de oro

· el patito feo

· el gato pardo de todas las noches

· el perro del hortelano

· la mosca en la miel

· las vacas sagradas

· el oso del famoso abrazo

· el cangrejo que marcha hacia atrás

· el caballo regalado

· el águila de la famosa vista

· el camarón que se duerme

· el gato curioso (antes de que la curiosidad lo matase)

· el tigre de los hijos pintitos

· el lince de los famosos ojos

· y la liebre que salta cuando menos se espera


Pidieron formalmente a Su Señoría, el juez Buho, que les otorgase el registro de autor y su derecho a cobrar regalías a los humanos que los usasen como personajes ejemplares de sus comentarios cotidianos.

Ambas peticiones les fueron concedidas.

Las letras son seres vivos

Las Letras son seres vivos muy semejantes a los pólipos que conforman los corales.

Tal vez la gran diferencia entre una y otra especie es el alto nivel de conciencia social que suelen adquirir las Letras.

Las Letras saben de sobra que una por una no valen nada, y que es la vida social lo que les da valor y contenido.

Cuando varias de ellas se juntan de manera ordenada, forman Palabras con alguna razón de ser. Es la única forma de trascender en el complicado Reino de los Significados.

A las Letras se les educa desde pequeñas, pues cuando nacen son apenas Garabatos, trazos irregulares e irreconocibles. Para eso van a la escuela.

El primer curso que reciben es de gimnasia formativa, mejor conocida como Caligrafía. En este grado, los Garabatos se esfuerzan por formar rectas y curvas, por hacerse esbeltos y caminar en línea recta. Ahí empieza a surgir la verdadera personalidad de las futuras Letras. Más adelante veremos que todas ellas son diferentes, seguramente por predisposición genética. Y empiezan a pesar los prejuicios sociales: habrá Letras mayúsculas que verán desde arriba a las Letras minúsculas.

Después empieza –en el segundo grado- la formación social. Las pequeñas Letras deben formarse en línea una tras otras. Primero la A; luego la B; y así sucesivamente. No es ejercicio fácil para seres tan jóvenes formar abecedarios, pero finalmente lo logran y hasta les resulta divertido.

A las Letras se les enseña –en este segundo curso- a convivir de manera ordenada. Deben unirse de la mano para formar Palabras. Por primera vez, nuestras pequeñas amigas le encuentran significado a su existencia. A partir de aquí lo reclamarán siempre, y cuestionarán a quienes no saben acomodarlas en el orden preciso.


En el tercer año empiezan las presiones. Aparece la Ortografía, maestra con fama de tremenda, pero que muchos años después será reconocida por muchas de sus alumnas como una gran profesora. Ella les enseña que el orden de las Palabras puede cambiar definitivamente el sentido de las cosas. Algunas Letras se vuelven obsesivas, por ejemplo, cuando la maestra les dice que delante de la P nunca puede venir una N.

El quinto grado es muy latoso. Algunas Letras lo detestan, pues los profesores les hacen cargar sobre sus hombros tildes llamadas “acentos”. Después, éstos generan hábitos, y algunas letras los extrañan cuando no los usan.

En este grado empiezan los romances juveniles entre las Letras. Sabemos de diptongos que son felices. En otros casos, uno de los novios carga necesariamente con un acento, lo que ya no es tan gracioso.

Y aquí las letras conformadas en Palabras deben decidir si son graves, agudas o esdrújulas, decisión nada fácil para estas jovenzuelas.

De verdad, las Letras a este nivel piensan que el quinto grado es el más difícil de todos…hasta que, en el sexto grado, aparece la profesora Sintaxis, la más dura de todas las maestras.

Esta exigente profesora les enseña a las Letras que el empleo de “comas”, de “puntos”, de “admiraciones” e “interrogaciones”, etc. es importante. Y si quieren pertenecer a la elite en el Reino de los Significados, deben saber que un punto o una coma pueden cambiar el texto de un Cuento, y matar a una princesa en vez de casarla con el príncipe de sus sueños.

Así llega el momento de la graduación de las letras. Su tesis de grado es revisada por la doctora Redacción. Los sinodales son las Frases, los Párrafos y los Textos.


No todas la Letras se convierten en profesionistas. Muchas de ellas son reprobadas y se quedan en los Tinteros tras de fracasar en su examen profesional. Deberán dedicarse a otras actividades menos exigentes y peor pagadas.

Las Letras graduadas –a partir de ahora- se enfrentan a la vida, y todos sabemos que ésta no regala nada.

Así, algunas de ellas se conforman con ser parte de una receta de boticario o de un simple recado telefónico.


Otras -más esforzadas- llegan a integrar artículos periodísticos o, con un poco de suerte, se visten de gala en la invitación de boda de alguna pareja humana afortunada.

Unas con más talento, participan en libros de texto o en crucigramas.

Otras llegan a conformar elegante prosa o sublime poesía.

Y pocas, verdaderamente muy pocas, son elegidas como distinguidas integrantes en el elenco de grandes escritores, generando bellísimas formaciones coralíferas en las obras de Cervantes, de Bécquer, de García Lorca o de Gabriel García Márquez.

Las Letras son seres vivos muy semejantes a los pólipos que conforman los corales.