martes, 17 de marzo de 2009

Alex y el monstruo de compañía


Hubo una vez un niño llamado Alex, a quien no le gustaba dormir solo.

Cuando se iba a la cama, le encantaba sentir cerca de él otro cuerpo calentito y tierno, del cual abrazarse.

Sin embargo, a medida que fue creciendo y llegó a los siete años, ya resultaba incómodo para los demás compartir la cama con Alex, pues el hacerlo los llevaba a dormir mal y amanecer adoloridos, sin mayor descanso, lo que es muy importante para poder trabajar o ir a la escuela al día siguiente.

Así, Alex, todas las noches al acostarse, pedía compañía, pero ya tenía a todos aburridos: a sus papás, a sus hermanos, a su perro y a su gato. Cuando llegaba la hora, todos se escondían o presentaban una disculpa para no acompañarlo a dormir.
Pero por ahí apareció Guarego, un pequeño monstruo, muy tierno y cariñoso, a quien le encantaba, igual que a Alex, dormir acompañado y abrazado de alguien. Era un monstruo invisible, pero que se podía tocar y resultaba muy calentito.

Guarego no era un monstruo malo, pero tenía cosas que no eran del todo buenas: estaba lleno de piojos, roncaba muy fuerte y tiraba a Alex de la cama.
Pero eso no era lo peor: Guarego robaba sin querer los sueños de los niños. O sea que dormir con él equivalía a pasarse la noche soñando con una pared blanca, muy blanca y aburrida, sin chiste.

Por las mañanas, Alex despertaba con piojos, mal dormido y adolorido, pero además triste porque no había tenido ningún sueño.

Por eso, Alex pidió a Guarego que ya no durmiese con él, pero el pequeño monstruo lo desobedecía, y aparecía siempre a la noche siguiente, sin hacer caso de las súplicas de Alex, quien ya estaba fastidiado de dormir acompañado.

Finalmente, un día Alex contó a sus papás que siempre dormía acompañado de Guarego. Entonces, los papas llenaron la cama de Alex de un repelente de monstruos que guardaban en su ropero.

Guarego no pudo soportar el olor del repelente de monstruos, y se fue a otra casa a dormir con otro niño, y entonces Alex se dio cuenta de lo importante que resulta dormir solo en la cama, pues siempre se amanece de buen humor, bien descansado, y sobre todo contento e ilusionado por haber soñado con cosas agradables.

Nunca más Alex molestó a sus papás, ni a sus hermanos, ni a su perro, ni a su gato, para que lo acompañasen a dormir.