lunes, 14 de noviembre de 2011

Aniceto, el extraño duende


Aniceto, el duende, era la víctima de todos los malos comentarios en su aldea.

Sus paisanos no podían entender cómo podía estar todo el año sin hacer nada, y aun así mantenerse adecuadamente. De hecho era el duende más rico de la región.

El secreto de Aniceto radicaba en su desaparición anual a mediados del mes de octubre, cosa por demás inexplicable para todos los demás.

Y cuando regresaba a la aldea, siempre a mediados de noviembre, reaparecía cargado de riquezas: elíxires únicos, piedras preciosas, hojas aromáticas, tratamientos inexplicables para las enfermedades de las hadas y duendes, bienes que le permitían pasarla bien el resto del año.

Todos murmuraban, pero nadie sabía que Aniceto era un excelente dentista mágico que curaba todos los problemas dentales de las calabazas de Halloween en el mundo de los humanos.

Las calabazas de color naranja solían exhibir –en el mundo de los humanos- sus abiertas sonrisas con dientes a partir de mediados de octubre, pero nadie sabía ni se preocupaba de sus caries y problemas dentales que tanto las afectaban y amenazaban con echarle a perder la fiesta a todos los niños humanos.

Aniceto sabía cómo resolver esos problemas, y viajaba de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, atendiendo a sus amigas calabazas, quienes, en agradecimiento, le regalaban toda clase de objetos útiles y preciosos.

Nunca nadie lo sabrá, pero sin la existencia de Aniceto, el duende, y sus conocimientos de ortodoncia , el Halloween sería una dolorosa pesadilla para las encantadoras calabazas, y la agradable celebración de todos los niños, sería un permanente desastre.