sábado, 23 de febrero de 2008

El hada madrina de Satanás

Todos tenemos un hada madrina. Esto ha quedado demostrado con los recientes estudios de la Universidad de Gottinham, en la Facultad de Ciencias Especiales. Este portentoso trabajo de demostración de la anterior hipótesis (hoy irrevocable Ley de la Ciencia) fue presentado con éxito ante la comunidad científica en el XV Congreso de Duendología y Hadología el año pasado en la ciudad de Granujka en Polonia.

Para mí no fue nada nuevo. Asistí al congreso únicamente para ver si había novedades. No, para mí no las hubo. Muchos científicos babeaban al ver las fotos de la hadas y al aspirar los polvos de la varitas mágicas capturadas durante la investigación.
Pero yo no: yo conocí hace algún tiempo a un hada madrina que nadie imagina.

La principal conclusión del XV Congreso de Duendología y Hadología del año pasado fue:

TODOS LOS SERES HUMANOS TIENEN, POR LO MENOS, UN HADA MADRINA.

De los seres aparentemente favorecidos con más de un hada madrina hablaremos más adelante. Hoy quiero tan sólo complementar la anterior principal conclusión, así que regresaremos al tema.


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Hace unos años conocí a Satanás. Estaba en dificultades de todo tipo: enamorado de una diabla que lo engañaba ¡con un ángel!; con problemas financieros por los altos precios del petróleo (indispensable para mantener la temperatura en el infierno); y con problemas de sobrepoblación de pecadores en las incandescentes grutas (por el actual libertinaje de la humanidad). Así, una seria depresión crónica le amplificaba todos sus problemas y lo mortificaba.

¿Por qué vino a mí? Él sabe de sobra que soy psicólogo de seres extraordinarios. Ya he hablado de eso. Se ve que mi prestigio ha crecido entre esos entes, así que alguien me recomendó con el Diablo Mayor.

La verdad, no entendía cuál era el fondo de sus problemas. Estaba a punto de reconocerle mi incapacidad –so pena de mermar mi prestigio profesional-, cuando una noche apareció en la puerta de mi casa una criatura horrible y pestilente. Antes de que yo saliese corriendo a esconderme, ella me atrapó y me pidió que no le temiese, pues era un Hada Madrina. Desde luego, no era como las que ya había conocido antes. Ésta estaba arrugada, de color verde excremento, olía a orines de mofeta, y sus ojos eran bizcos y con horribles derrames.

Pero sabía tranquilizar, y lo hizo conmigo. Así supe toda la historia, y encontré la solución para aligerar las penas de Satanás. Ella se llama Pomponia.

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El Diablo Mayor es muy orgulloso. En una de sus sesiones de diván, él (¿Él?) me confesó que pudo haber evitado todo el desorden de la expulsión del Cielo, pero que, siendo muy superior intelectualmente a Dios, se indignaba por recibir instrucciones de Él (¿él?), y decidió mandarlo a volar. Prefirió perder todos sus privilegios que seguir aguantándolo.

Así, Satanás bajó a la Tierra. Nunca pensó en hacer el mal. Nunca lo ha hecho. Su trabajo consiste simplemente en asilar –como puede- a los seres humanos a quienes Dios les niega el Cielo. Les ofrece un hogar a los desamparados, sin juzgarlos, sin revisar sus expedientes existenciales.

Si no fuese por el Infierno, esos pobres seres vagarían por la nada eternamente. Pero estos pecadores son tantos hoy en día, que no hay lugar ni presupuesto que alcance para mantenerlos.

Todo eso de las torturas y calderas de aceite hirviendo que se cuenta, son simplemente travesuras que hacen el Marqués de Sade y sus seguidores a los recién llegados –a modo de novatada-, pero pasando el primer año de estancia, todo se normaliza. Satanás los deja jugar para entretenerse, pues los pecadores suelen venir muy echados a perder de la vida en la Tierra.

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Existe una ley física inmutable emanada por el planeta Tierra desde hace 3 mil millones de años, justo cuando aquella enorme nube de gases cósmicos empezó a solidificar y a conformarse en un agradable planeta.

Gea, la diosa dueña de este hermoso pedazo de universo, viendo lo maravilloso de su creación, engendró a miles millones de hijas con mucha previsión: las Hadas Madrinas.


Sabiendo que tarde o temprano la combinación de aminas con plácida temperatura, ambiente húmedo y rayos eléctricos generaría la molécula de ADN, y que con la consecuente evolución se llegaría a los vulnerables seres humanos, dio a sus hijas una importante función: “Cada ser humano que nazca deberá ser acompañado por una de Vosotras. De esta manera evitaremos que éstos hagan locuras y que acaben por aniquilarse a sí mismos”. Las Hadas Madrinas debían (deben) cumplir determinantemente con esta ley.

Al mismo tiempo, Dios -la envidiosa competencia de la hermosa Gea-, sintió que su negocio perdería clientes, y dijo a sus ángeles: “Los más dedicados de Vosotros debéis acercaros a los humanos, y tratar de ganarle la partida a las Hadas Madrinas. Seréis Ángeles Guardianes de los hombres. Yo me encargaré de hacer creer a la humanidad que las Hadas Madrinas son fantásticas, y que en contraste, Vosotros siempre estáis cerca de ellos.”

Así, se generó una competencia comercial y criminal entre Hadas Madrinas y Ángeles Guardianes, en la que la humanidad ha llevado la de perder.

Si estuviesen solas las Hadas Madrinas cuidando a los seres humanos, los cuidarían perfectamente -segundo a segundo-, además de darles de vez en cuando agradables sorpresitas con sus varitas mágicas para endulzar su vida en este mundo.

Pero los Ángeles Guardianes fueron aleccionados para hacer trampas. Suelen poner redes (invisibles, desde luego), para que las Hadas Madrinas caigan atrapadas y así dejen de cumplir con su noble misión de cuidarnos. Se ha sabido de Ángeles Guardianes que encadenan a éstas durante años, para que la humanidad la pase mal, como ocurrió durante los años de 1939 a 1945, en que muchas Hadas Madrinas cayeron en galeras de ángeles.

Sin embargo, hay que reconocer que Dios hizo bien su trabajo promocional y difamante, y apenas hoy los científicos se están dando cuenta de que las Hadas Madrinas existen, de que no son fantásticas, de que ayudan al ser humano.

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Pero regresemos a Satanás. Mientras éste encontraba un lugar en dónde residir y asilar a los rechazados de Dios, vagó un rato largo por la Tierra disfrazado de hombre. Sabemos que Satanás no es guapo. Es más, podríamos decir que es repulsivamente feo.

Cuando Gea dio la orden de que algún Hada Madrina lo cuidase de cerca (confundiéndolo con un ser humano) para así cumplir con la Ley, ninguna de las disponibles quiso aceptar el reto. ¡Estaba demasiado feo!

Solamente hubo una que dijo sí a Gea: Pomponia, el Hada Madrina más fea de todas. Gea le agradeció el gesto y le deseó suerte.

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Una de las reglas importantes que deben observar las Hadas Madrinas es que no deben ser jamás vistas por el ser humano. Si nos llegásemos a enterar de que tenemos esa clase de protección, nos volveríamos tremendos. He aquí la imprudencia de Dios al hablar y anunciar a los Ángeles Guardianes: generó muchos seres humanos prepotentes.

Pomponia aceptó el reto de proteger a ese extraño y espantoso ser. Pronto se dio cuenta de que era un buenazo. ¿Quién podría desearle el mal? ¿De quién habría que protegerlo? Sin embargo –era un hecho- alguien quería aniquilarlo. Era alguien tan inteligente que jamás dejaba huellas.

Pomponia vio cómo a su protegido le caían rayos, deslaves, culpas, aludes, tsunamis, tornados y toda clase de meteoros. Finalmente ella, haciendo uso de una facultad que poseen las Hadas Madrinas- se introdujo en el cerebro de Satanás durante un sueño, y conoció su historia. Era Dios –ni más ni menos- quien quería aniquilarlo, pues conocía las intenciones de aquél de poner un asilo para los pecadores.

Con lágrimas de coraje, Pomponia juró ese día que sería la mejor de las Hadas Madrinas, y que protegería a Satanás en todo lo que estuviese a su alcance, que no era poco.

Todo iba bien, hasta que un día, Pomponia cayó en una trampa instalada por un Ángel Guardián. Éste la apresó, la encadenó y la dejó encerrada en una oscura galera dentro de una cueva en donde los pestilentes buitres que ahí moraban le pegaron su nauseabundo olor.

Durante todos esos años en que Satanás estuvo desprotegido, le ocurrieron muchas cosas. Ella conocía todos sus problemas, incluyendo la depresión cada día mayor que enfrentaba.

Sin embargo, en un descuido del Ángel Guardián, ella logró escapar, y hoy está de nuevo reconstruyendo la moral y el mundo de Satanás.

Pomponia ya convenció a Bush y a Bin Laden para que se dejen de niñerías, de terrorismo y de invasiones, esto para que el precio del petróleo vuelva a ser accesible.

Y aprovechando el cambio de Presidente del Banco Mundial, le ha conseguido un importante crédito a Satanás para que amplíe sus instalaciones y que los pecadores –infelices pecadores- tengan un mejor lugar en donde pasar el resto de la eternidad.

¡Y también se encargó de castrar al ángel con quien su amada diabla ponía cuernos a Satanás!

Pomponia –a pesar de ser horrible y pestilente- es, de verdad, la mejor de las Hadas Madrinas.

El destructor de sueños

Superaba en maldad a los hombres-lobo, a los vampiros transilvánicos, a las suegras maléficas, a Bin Laden, a los ogros secuestradores de princesas, a las brujas granulientas, a los demonios desesperados, a los monstruos marinos, y a Alien.

Fue él quien le dijo a los niños que Santa Claus no existía; que Bambi era un venado homosexual; que la Caperucita ya no era virgen cuando la violó el lobo y simplemente buscaba un responsable de su embarazo; que Blanca Nieves era una ninfómana perversa; que Guillermo Tell realmente falló y mató a su hijo; que el flautista de Hamelín drogaba a las ratas (que lo seguían no por la música, sino para que las abasteciese de droga); que el patito feo era de verdad un patito feo, no un bello cisne, sino todo un bastardo; que Robin Hood le pintaba cuernos a Lady Marian; que Alicia fumaba opio; que Ali Baba se dejó corromper por los ladrones; que la Cenicienta pretendía la fortuna de sus hermanastras; que el Principito nunca salió de su palacio; que Harry Potter se orinaba en la cama a los catorce años; que la Bella Durmiente tenía pésimo aliento; que Peter Pan era agente de la CIA; que la nariz de Pinocho no crecía con las mentiras, sino cuando se excitaba sexualmente; que los tres cochinitos fueron finalmente convertidos en salami; que Winnie Pooh era pederasta; que la zorra de las fábulas se comió al cuervo; y que la liebre arrasó en la carrera contra la tortuga.