lunes, 10 de junio de 2019

La Malvada Naturaleza


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1) MALOS AUGURIOS EN EL ORÁCULO   DE DELFOS

 La perfección y la omnipotencia de los dioses olímpicos es absoluta, excepto cuando compiten entre ellos mismos. Jamás  un mortal los haría equivocarse o los humillaría. Se dice que solamente Zeus y las deidades más cercanas a él podrían alterar el designio de un habitante del Olimpo. Así fue como Urano y Gea decidieron que fuese.

En las laderas del monte Parnaso, como muchas tardes de verano, aparecieron las náyades inquietas en las cercanías del templo de Apolo, esperando que éste asomase con su lira mágica y las deleitase con una bella melodía.

Esa tarde fue diferente. Apolo apareció como solía hacerlo, con su lira, junto a la fuente de Castalia.
Empezó a tocar una preciosa tonada que las náyades disfrutaban con orgasmos ninfulares, cuando de repente una de las cuerdas del divino instrumento musical del dios imberbe reventó.

Apolo -sonriendo a las náyades como si nada pasase- rápidamente buscó en su carcaj una cuerda de repuesto. Había repuestos para todas, menos para la que se había reventado. Apolo no entendía nada: él era perfecto, como todos los demás dioses del Olimpo. Esto no podía estar sucediendo.

El resto de la jornada musical fue un desastre. Apolo se puso de mal humor. Las náyades se frustraron y manifestaron un pésimo temperamento que jamás habían mostrado. El dios musical prefirió retirarse al Olimpo, para investigar si algún otro dios le estaba jugando alguna mala pasada, pero no encontró a nadie que pudiese explicar tanta anomalía. Algo anormal estaba sucediendo.

Así, completamente desesperado, Apolo acudió a Sibila, la sacerdotisa principal de su propio templo, el del Oráculo de Delfos. Ella preparó unos brebajes, los bebió, y ya en trance dijo:

“Ha nacido alguien relevante que es quien ha obstruido con tu ritual musical. No sé quién es. No me resulta visible.” 


2)  EL INESPERADO NACIMIENTO DE UN MORTAL DIFERENTE

A pesar de que convivimos en el mismo universo-espacio-tiempo, los tiempos de los dioses y de los mortales no necesariamente coinciden. Un evento que está por ocurrir para nosotros, tal vez ya ocurrió para los moradores del Olimpo. Einstein entendió lo anterior, pero no supo explicárnoslo.

En una aldea escocesa cercana a Glasgow –llamada Canterbury-  en el año del Señor de 1143, Mary estaba a punto de dar a luz. Ella era muy pobre. Su religión cristiana le resultaba un bálsamo ante su impotencia. Ella quería creer que el Señor no la había traicionado, sino que por el contrario, la tragedia que vivía era el preámbulo de muchas bendiciones existenciales. Ella no tenía la certeza de que estaba a punto de dar a luz a un dios –o a algo parecido-, pero casi lo intuía.

Efectivamente, jamás tuvo relaciones sexuales con un hombre, excepto en una única ocasión, y ni siquiera repitió el acto. Ella había seguido todos los consejos que circulaban entre las jóvenes de su aldea en lo referente a no tener sexo hasta después de diez o doce días de pasada la menstruación. Incluso había bebido vinagre fuerte los tres días siguientes al de su pecado para evitar cualquier concepción. Su caso –a su entender- se acercaba mucho al de la virgen María, puesto que la probabilidad de haber quedado embarazada en sus condiciones era casi el mismo que el de la madre de Jesús.

Su pequeño John  nació en el mes de mayo. Ella esperaba ver a una criatura bellísima, celestial. Pensaba que su recinto se llenaría de ángeles y de luces extraordinarias, pero no fue así. John era feo, pelirrojo, rollizo, sin mayor encanto. Se alejaba mucho de lo que Mary había esperado. Parecía que Dios le había fallado y la había hecho madre de un celta del montón…

Mary estaba muy equivocada. John era diferente, muy diferente.


3)  ALAS FUERA DE CONTROL

Los Dioses son amos de la naturaleza. No hay fenómenos naturales que se den por sí solos, sin la intervención de alguno de ellos…pero ese día, nadie en el Olimpo había ordenado alteraciones en la superficie del sol.

Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí empezando por las más pequeñas y añadiendo otras cada vez más largas, para formar así una superficie mayor. Aseguró las más grandes con hilo y las más pequeñas con cera, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. No dejó nada al azar.

Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar.

Todo estaba bien, hasta que -sin ninguna razón aparente- se dio una pequeña e imperceptible explosión en la superficie solar. Ícaro, que volaba algo más arriba que su padre, no notó un ligero aumento en la temperatura de la atmósfera. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas de sus alas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar, debiendo nadar hasta Sicilia para ponerse a salvo.

Dédalo reclamó al Olimpo por la explosión solar. Nadie supo darle explicaciones.


4)   UN ACCIDENTE LAMENTABLE

Zeus nunca deseó el mal para los hombres, así que decidió encerrar todas las desgracias posibles dentro de una pequeña urna de madera. Ésta fue escondida por el mismo Zeus en un lugar imposible de ser encontrada.

La bella y virtuosa Pandora decidió aquella tarde no pasear -como acostumbraba- por los hermosos jardines del palacio de Epimeteo, sino explorar una pequeña gruta cercana a su hogar. Entró en ella al atardecer, con poca luz. Más adelante se distrajo disfrutando de las estalactitas y estalagmitas que resplandecían enormemente,  y  tropezó con una piedra oscura, cayendo de bruces.

Al intentar levantarse, encontró escondida en un pequeño recoveco natural, una pequeña y decorada caja de madera. Muerta de la curiosidad, la abrió, liberando así a todas las Desgracias Humanas (la Vejez, la Enfermedad, la Fatiga, la Locura, el Vicio, la Pasión, la Plaga, la Tristeza, la Pobreza y el Crimen).

Zeus -al enterarse- no podía creer lo sucedido, además de que ya era demasiado tarde.


5)   EL ORIGEN DE UNA NUEVA PREFERENCIA SEXUAL

Desde el principio, los Dioses del Olimpo eran de dos géneros complementarios: dioses y diosas. Eso jamás se había cuestionado, pues formaba parte de la esencia de Universo.

Una mañana de primavera, Cupido, dios del amor, preparaba su saeta con esencia masculina de flor del bosque del Laón para hacer que Clitemnestra se enamorase de  Tisámeno. Tensó su arco sin darse cuenta de que el chismoso Eolo, dios del viento, observaba escondido sus acciones.

Eolo no se había repuesto del todo de una gripa que había adquirido en el recién terminado invierno. Así, justo cuando Cupido pretendió ensaetar a Clitemnestra, Eolo estornudó, y la fecha fue desviada, clavándose  justo en el corazón de Tisámeno. Éste, de repente y sin saber porqué, se sintió liberado de cierto atractivo que le generaba Clitemnestra.

Pasaba por ahí casualmente Estacio, y fue visto por Tisámeno, quien quedó prendidamente enamorado de aquél. Viendo Cupido el desastre que había generado, y reconociendo su responsabilidad en el asunto, decidió rápidamente asaetar a  Estacio, para que Tisámeno no viviese eternamente con amor no correspondido.

No del todo contento, pero ya con menos sentimiento de culpa, Cupido vio como Tisámeno y Estacio se tomaban de la mano y se perdían abrazados en la oscuridad del bosque.

Clitemnestra quedó completamente desconcertada.


6)   EL PUDOR DE LEDA

Zeus, disfrazado de bello cisne,  nadó delante de Leda mil veces, haciéndole ver su belleza y su atractivo sexual.

Ella, sintiéndose atraída por el ave, vivía desconcertada por su repentino amor por un ser de otra especie. Lo pensó varios días, y por fin tomó su decisión de entregársele.

Aquella tarde, justo cuando Leda salió de su palacio para dirigirse al lago y relacionarse finalmente con el cisne a quien amaba, sintió algo tibio escurriendo entre sus piernas. Después de pensarlo un rato largo, optó por regresar a sus habitaciones.

Tres días después, cuando Leda se sintió segura de nuevo y dispuesta a entregarle su cuerpo, el cisne ya había migrado.


7)   UNA PIEDRA EN EL ZAPATO

Tetis tomó del talón del pie derecho a su hijo Aquiles, y lo sumergió en el agua del río Estigia. Con ese baño en agua sagrada, el futuro Héroe se volvió invulnerable, excepto en el talón por el cual la madre lo sostenía.

La batalla final de la Guerra de Troya estaba por decidirse ya dentro del recinto amurallado de la gran ciudad. Los héroes luchaban con todo contra los duros soldados troyanos.

Aquiles perseguía a Paris a toda velocidad, cuando sintió que tenía una piedra puntiaguda dentro de la bota que no lo dejaba seguir. Se detuvo un momento para quitarse el calzado y sacarse la piedra. Mientras lo hacía, una saeta perdida se clavó justo en el talón de ese pie, muriendo instantáneamente.


8)   UN PERRO ENAMORADO

El terrible can Cerbero guardaba la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Así estaba escrito desde el principio.

En un ataque de locura provocado por Hera, Hércules mató a sus propios hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Cuando recuperó la cordura y advirtió lo que había hecho, se aisló del mundo, marchándose a vivir solo a las tierras salvajes.

Fue hallado por su hermano Ificles y convencido de que visitase el oráculo de Delfos. En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una serie de doce trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba.

Hércules asumió uno por uno los primeros once trabajos. Su fortaleza física y anímica eran tantas, que no dudaba que resolvería fácilmente el último de sus trabajos –capturar al can Cerbero- y así podría exculpar por siempre sus horribles pecados.

Cuando llegó Hércules a la puerta del Hades, no encontró a su guardián. Pasó por la puerta y encontró a un muerto. Le preguntó por el perro guardián, y ésta fue la respuesta:

“El terrible can Cerbero ya no está en este lugar. Hace un par de días pasó una hermosa perrita en celo, y nuestro guardián decidió irse con ella, meneando alegremente la serpiente que tiene por cola. Es poco probable que regrese, pues la perrita era encantadora.”

Euristeo no le creyó esta historia, y Hércules volvió apesadumbrado a las tierras salvajes de donde había salido, a seguir viviendo su angustia existencial y sus remordimientos.


9)   LAS FACULTADES DE LOS DIOSES

Por el simple hecho de pertenecer al Olimpo, los Dioses tienen la facultad de alterar a su favor los genes humanos.

Así, dioses particulares  dotaron  a Midas de una  mano que convertía en oro todo lo que tocaba; a Hércules con una  increíble fuerza; a Hitler con una  perversidad que rebasaba todo lo anterior;  y a Mozart con un piano virtuoso que jamás había sido escuchado.

Al ser derrocado por su hijo Zeus, Saturno fue expulsado del Olimpo y quedó reducido a la condición de simple mortal, yendo a refugiarse a Escocia, en donde puso -bajo otro nombre- orden entre los hombres salvajes y les dio leyes. 

Su comportamiento como humano fue excelente, pero su rencor hacia Zeus prosiguió por mucho tiempo.

Un día -disfrazado de cirquero- pasó por una aldea llamada Canterbury, en donde conoció a una joven embarazada cercana al día de dar a luz. Le pidió que le permitiese tocar el vientre, y ella, intrigada,  aceptó.

Así –sin que Mary lo supiese- el ADN del futuro John Murphy quedó intencionalmente alterado por Saturno, en un esfuerzo por trastornar completamente las ordenadas leyes del universo regido por Zeus, incluyendo al Olimpo.


10)   BIRJÁN SE SACA LA LOTERÍA

Birján es un dios poco conocido, pues no le gusta manifestarse ruidosamente. Aun en el mismo Olimpo ( en donde radica)  pasa desapercibido. Es -sin embargo- el dios que decide las probabilidades de los eventos, el dios de los juegos de azar. Su influencia entre los Dioses y entre los hombres es definitiva.

No por el hecho de haber perdido la guerra por el control del Olimpo con su hijo Zeus, debemos menospreciar a Saturno. Y así como determinados dioses dotaron  a Midas de una  mano que convertía en oro todo lo que tocaba; a Hércules con una  increíble fuerza; a Hitler con una  perversidad que rebasaba todo lo anterior;  y a Mozart con un piano virtuoso que jamás había sido escuchado; Saturno dotó al inocente John Murphy de un extraordinario e imperceptible talento: sacar de quicio permanentemente al dios Birján.

Así, cada vez que el pequeño Murphy se rascaba su cabeza llena de piojos, Birján, allá muy lejos, y sin saber de dónde provenía el impulso, se sentía alterado, y sin quererlo modificaba negativamente la probabilidad de ocurrencia de los eventos favorables, aumentando así la posibilidad de que todo saliese mal.


11)   LAS LEYES DE MURPHY

El Olimpo acoge -sin discriminación alguna-  a los  nuevos dioses que van apareciendo en el Universo, buenos o malos. 

El pequeño Murphy murió muy viejo, sin haberse desecho de los piojos en su cabeza, y sin haber sabido en vida nada acerca de su especial característica negativamente modificadora de los eventos de la vida cotidiana.

Al morir -por el mero hecho de que el vientre de su madre fue alguna vez tocado por el  dios Saturno-  ascendió al Olimpo, y ahí fue en donde se enteró de sus especiales características y de su naturaleza inmortal.

Hoy Murphy –a pesar de su origen escocés y plebeyo- es el dios de los eventos inesperados, el dios que favorece lo más improbable en los momentos más indeseables.

Por eso, cuando se nos cae el pan con mermelada, cae siempre con la mermelada hacia abajo, y precisamente sobre la alfombra de lujo, justo el día de la importante fiesta en donde queríamos lucirla ante los amigos.

Las leyes de Murphy son las siguientes cuatro:

I  TODO LO QUE PUEDE SALIR MAL,  SALDRÁ MAL.

Cualquier resquicio de probabilidad -por pequeño que sea- que dejemos abierto para que las cosas nos salgan mal, será aprovechado por la Malvada Naturaleza para hacernos fracasar.

II  TODO SE LLEVA MÁS TIEMPO DE LO QUE SE ESPERA.

En cada paso de un evento que pretendamos controlar, la Malvada Naturaleza se encargará de que aparezcan obstáculos y complicaciones de índole inimaginable que arruinarán nuestros presupuestos de tiempo, por pesimistas que éstos sean. Por ello -hagamos lo que hagamos- jamás veremos un evento humano cumplirse a tiempo, a no ser que -sobre la marcha- sacrifiquemos la calidad o el presupuesto económico.

III  TODO ES MÁS DIFÍCIL DE LO QUE  PARECE.

Cada vez que decidimos realizar algún evento, todos presupuestamos su grado de dificultad, para tener una idea de aquello a que nos enfrentaremos. Pero aun los más pesimistas saben que la Malvada Naturaleza llena cualquier evento de imponderables. Pero cuando “inteligentemente” dejamos abierta la opción de considerar ciertos imponderables, aparecerán otros más complicados, que acabarán finalmente por arruinar los presupuestos económicos y de calidad del evento.

IV   CUANDO TODO ESTÁ SALIENDO BIEN, HAY “GATO ENCERRADO”.

La Malvada Naturaleza -encarnación del olímpico Murphy- es bromista, y a veces nos hace creer que no se presentarán imponderables. De alguna manera, tarde o temprano, nos daremos cuenta de que nos estábamos engañando.