martes, 13 de enero de 2009

La carcajada ataca de nuevo


Una mañana, un hombre serio, prestigiado y en sus cabales, al ver a su esposa salir de la cama, empezó a carcajearse de manera incontenible sin entender por qué. La mujer resultó muy ofendida, y él, cada vez que trataba de explicarle que la carcajada venía de sus adentros sin poder contenerla y que nada tenía que ver con su apariencia, volvía a carcajearse, cada vez de manera más estruendosa.

Después de varios días de intentar reconciliarse con ella, siempre con una enorme carcajada por delante, su mujer lo abandonó para siempre.

La vida de ese hombre serio y responsable cambió radicalmente desde aquellos días, pues la estruendosa carcajada aparecía siempre en los momentos más inoportunos: en el trabajo delante de su jefe, en la silenciosa biblioteca, en los conciertos de música, durante la misa en la iglesia, e incluso durante el velorio de su mejor amigo, de donde fue arrojado a golpes a la calle por los parientes ofendidos.

Unos meses después, el buen hombre falleció. Poca gente asistió a su entierro, pues su prestigio estaba por los suelos debido a sus inoportunas carcajadas.

Algunos de los escasos asistentes a la ceremonia fúnebre creyeron haber escuchado carcajadas intermitentes dentro del féretro, a medida que la fosa era rellenada con tierra.

Lo que nadie observó fue que el terrible espíritu de la carcajada logró salir silenciosamente de la fosa, para penetrar sigilosamente en el cuerpo de uno de los asistentes.