viernes, 4 de julio de 2008

Toda la ternura del mundo

El abuelo tomó al bebé recién nacido en sus brazos con todo el cuidado posible, y lo arrulló cantándole una dulce canción de cuna. Era su primer nieto, así que la ocasión era de verdad especial. Le besó la frente con toda ternura. Con sus enormes manos lo acarició durante horas.

Después, el abuelo emprendió el vuelo a la mitad de la noche en busca de víctimas con quienes nutrir su hambre de sangre. Esa noche Drácula estaba feliz, y soñaba con compartir esa grata experiencia, en alguna ocasión, con su amado nieto recién nacido.