viernes, 5 de noviembre de 2010

El misterio de todas las Navidades


Si bien siempre procuraba dar la impresión de ser prudente y tranquilo mientras volaba su trineo cargado de regalos para los niños, Santa Claus estaba de verdad ansioso de acabar de una vez con su tarea, como en todas las navidades desde hacía muchos años.

Dejaba sus regalos en cada chimenea del planeta aparentemente con calma, pero en el fondo quería ya regresar a su casa en el Polo Norte, en donde él sabía que le esperaba una sorpresa, algo que de verdad deseaba, además de un enorme misterio que esperaba resolver de una vez por todas esa noche.

Pero eran millones de casas en las que debía dejar interminables cantidades de regalos, así que sudaba de ansiedad pensando en el regreso a su cálida estancia, para ver si de una vez por todas podía descubrir la verdad tras de aquello que lo mataba de la curiosidad desde que era niño.

Finalmente llegó a casa. Corrió a su chimenea, y junto a ella encontró exactamente lo que había pedido en su carta: un trineo último modelo, más veloz, más potente, con más capacidad de carga, más eficiente, y, sobre todo ecológico.

Con el regalo quedó satisfecho, pero una vez más había llegado tarde a casa en Navidad, y no había podido descubrir si quien le llevaba esos espléndidos regalos cada año era un Santa Claus de Santa Clauses, o si eran sus ancianos y queridos padres, de lo que casi estaba seguro pero que no podía confirmar.

Tendría que esperar a las próximas navidades para aclarar ese tremendo misterio que no acababa de resolver a través de los años, a pesar de todas sus prisas e indagaciones.