miércoles, 7 de enero de 2009

El silfo enamorado


Todos sabemos que los silfos de Idhún carecen de sentimientos y de emociones. Ellos viajan con el viento totalmente despreocupados.

Su única responsabilidad feérica es pensar en cosas baladíes, y estar siempre listos para fecundar a las hadas cuando éstas entran en celo, cosa que ocurre únicamente cuando la luna está llena y se torna de color púrpura, por efectos de alineaciones astrales muy poco probables.

Sin embargo, en una ocasión, por una aberración de la Naturaleza (que ese día amaneció turulata), un silfo de nombre Dardanio quedó prendado del hada Erina, responsable de cuidar y bendecir a los hijos de Tara, la princesa de Aragarania.

El hada, desconcertada por el anómalo comportamiento de ese particular silfo que le juró amor eterno, solicitó a Tara una oportunidad para vivir ese extraño romance. Ella, celosa hasta la médula, le negó cualquier permiso, y así Erina se vio atrapada entre la responsabilidad asignada por Hera –madre de todas las hadas- y su alterado corazón que anhelaba amar a Dardanio.

El silfo consideró que Tara era injusta con Erina, y decidió secuestrar a su amada, rompiendo con todas las costumbres de Idhún. Ambos huyeron al reino de Finis Mundi, pensando que ahí encontrarían la paz y el sosiego que sus amantes corazones anhelaban.

Pero Tara, muerta de celosa rabia, los persiguió hasta ese lejano lugar. Encontró el capullo de mariposa en donde los enamorados se refugiaban, y mató a Erina con una flecha envenenada con esencia de aracamelia.

Dardanio entró en ira, sentimiento que su especie jamás había conocido. Éste aprovechó el ser una parte del viento para convertirse en ráfaga huracanada, y así, con toda su fuerza, asoló el reino de Aragarania hasta dejarlo en ruinas.

Dicen los que saben de estas cosas que después de eso, Dardanio se suicidó respirando emanaciones de bromelia, esperando así encontrar a Erina en el Reino de los Muertos.

Esto jamás ocurrió, por lo que Dardanio, el silfo enamorado, es hoy un alma en pena que, herido en su corazón, busca el alma de Erina tras de las rocas marinas, convertido en dulce y cálida brisa, esperando que ella aparezca algún día para que aquel frustrado romance entre criaturas feéricas vuelva a renacer.



Pequeño cuento inspirado en las fantásticas historias de Laura Gallego García, joven literata valenciana, con una capacidad creativa fuera de este mundo.