sábado, 5 de diciembre de 2009

Las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal


Aquel pequeño universo estaba en jaque. Las fuerzas del mal amenazaban con regresar una vez más, tal vez ahora para arraigar definitivamente.

Existía sorprendentemente, en aquel mundo, una ingenua criatura que no lograba comprender lo que aquella batalla por venir implicaba, y se mostraba -por su ignorancia- indiferente, e incluso contenta con la llegada de la monstruosa criatura que nos amenazaba con su presencia.

Finalmente el monstruo llegó. Yo -representando desde luego a las fuerzas del bien- asumí la responsabilidad y decidí enfrentarme.

La advenediza y malvada criatura –mi suegra- entró por la puerta de mi casa como si nada ocurriese. Le pedí que se fuera lejos para siempre.

En ese momento apareció en el campo de batalla la ingenua criatura que vivía a mi lado, quien ignorando todas las advertencias y malos presagios, la invitó a pasar.

Fue entonces que me di cuenta de que mi esposa era una traidora.