viernes, 2 de julio de 2010

El concurso de los cuentos clásicos


Un día se juntaron varios cuentos clásicos a cenar en la casa de Blancanieves y los Siete Enanos.

Entre ellos estaban La Caperucita Roja, La Bella Durmiente, La Cenicienta, Hansel y Gretel, Alicia en el País de las Maravillas, Los Tres Cochinitos y el Lobo, y El Gato con Botas.

Se contaron entre ellos por enésima vez para presumir de cuál era el mejor, el más relevante, pero como ya todos estaban muy leídos y excesivamente contados, en vez de causar admiración, generaron bostezos.

Aburridos ya de autoalabarse, aceptaron someterse a un jurado de una vez por todas para dejar en claro cuál de todos los cuentos del mundo era el mejor.

Decidieron que los jueces no podían ser personajes de cuentos, porque estarían involucrados en los resultados. Lo mismo concluyeron acerca de los autores de otros cuentos, así que optaron porque el jurado estuviese conformado únicamente por lectores.

¿Lectores?

Sabían de sobra que ya no había para ellos lectores adultos.

¿Y los niños? Estaban más pendientes de Batman y de Shrek que de los cuentos clásicos.

Al día siguiente de la convocatoria para el concurso de los cuentos, todos los ejemplares de ellos existentes en libreros y bibliotecas, aparecieron en blanco. Fue un suicidio literario sin precedentes.

Superman, Gatúvela, el Hombre Araña, Harry Potter y el Señor de los Anillos, ni siquiera se enteraron de aquella lamentable historia: estaban demasiado ocupados revisando su creciente estado de cuenta bancario.