jueves, 9 de abril de 2009

Saltitos


Saltitos era un conejo blanco que vivía en los matorrales junto al arroyo. Lo apodaban así sus compañeros por su extraña forma de brincar, que resultaba en saltos demasiado cortos, lo que en condiciones normales no le permitiría evitar ser alcanzado por el voraz lobo que habitaba en las cercanías.

Sin embargo, hacía ya mucho tiempo que Saltitos vivía en el matorral. Los demás conejos no entendían cómo podía tener tanta suerte, dado aquel enorme defecto que poseía.

Un atardecer, en una aparente distracción de Saltitos, fue acorralado por el lobo. Aquél, en vez de intentar huir, le lanzó una mirada extraña y fulminante que paralizó al depredador. Inmediatamente sus ojos emitieron un raro sonido de disparo de obturador. Posteriormente, después de emitir varias veces el mismo click click, el particular roedor regresó como si nada a su madriguera, mientras el atacante despertaba poco a poco de aquel inesperado éxtasis provocado por Saltitos.

Los demás conejos del matorral quedaron atónitos por lo sucedido, pero no entendieron nada.

Desde luego, lo ocurrido aquella tarde era imposible de entender para aquellos pequeños roedores: en realidad, Saltitos se llamaba BXN-329, y era una sonda extraterrestre entre muchas que analizaban la flora y fauna del planeta, en preparación de una invasión masiva a la Tierra que se estaba gestando hacía algún tiempo en el lejano y agotado planeta Xtanuu.