miércoles, 27 de mayo de 2009

La relatividad de la vida en Kalmansoo


El sapo croaba apasionado en busca de una hembra que no aparecía; la luciérnaga coqueteaba inútilmente con su luz; el vampiro salía perezosamente de su féretro de roble blanco tras de varios días de no encontrar una víctima; el jaguar acechaba al capiraba que no encontraba su madriguera, pero que sabía evadirlo; el crótalo huía desesperadamente del búho; la luna mostraba avergonzada su acné sideral; Juan agonizaba por la eliminación del Barça en la Champions League; y yo renegaba del autor del sudoku cuya solución no encontraba.

Mientras esto ocurría en la Tierra, en el lejano Kalmansoo todos se comían los unos a los otros, pero nadie se apasionaba, ni maldecía, ni se angustiaba. Simplemente asumían su papel.

Obviamente, en aquel lejano y complicado planeta, todos los seres eran criaturas maduras.