lunes, 19 de octubre de 2009

Caballero virtual


Estaba agotado, y su hombro derecho sangraba por la herida de lanza que su rival le había propinado. Su excelente armadura había sido vulnerada por la afilada punta de una lanza seguramente forjada en la fragua de un experto fundidor de metales.

Sin embargo, él también había penetrado con su arma la malla de hilo de fierro del enemigo: si bien su cara no se podía ver, sus gemidos de dolor eran obvios.

Era, en ese momento, difícil el pronosticar acerca de quién vencería en aquella relevante lid, que no era precisamente un torneo principesco, sino una batalla a morir por la supervivencia de cientos de aldeanos que vivían en las afueras de la muralla que protegía el castillo de Endavour.

Decidió súbitamente ignorar aquel enorme dolor en el hombro, y sacó fuerzas inesperadas de su muy forjado carácter. Logró con ello hacer caer al Caballero Negro de su caballo. Y cuando lo tenía en el suelo a su merced, y estaba a punto de ponerle la punta de su lanza en su yugular, sucedió algo muy extraño:

Apareció en la pantalla un letrero de PAUSA, seguido de un MENÚ de extrañas opciones:

GUARDAR, CARGAR, REINICIAR, CANCELAR…

Algún ente superior que manejaba hábil, pero frívolamente aquel juego cibernético, optó por la opción SALIR DE LA PARTIDA ACTUAL.

El honorable caballero Leovigildo de Endavour, completamente frustrado e impotente ante los designios de quien manejaba el mouse de aquel ordenador, simplemente desapareció del monitor en un instante.

Nunca más tuvo el heroico paladín electrónico otra oportunidad de hacer valer ante el mundo su legendaria nobleza y su inquebrantable valor.