sábado, 27 de septiembre de 2008

La leyenda del gurg


Nació por generación espontánea, seguramente como resultado de una contracción de la membrana que separa el mundo real del mundo fantástico, justo cuando se alinearon Marte, Júpiter y Saturno, y vino a caer de nuestro lado (igual que pudo haber caído del otro y nunca habríamos sabido de él).

No era un duende, ni un elfo, ni un hobbit, sino un gurg.

Era el primero y el único en su especie, así que no sabía cómo comportarse, pues no tenía a nadie para compararse o para imitar. Tampoco sabía a qué dedicar su tiempo, ni cuál era su apariencia.

Decidió seguir sus instintos, y lo primero que sintió fue curiosidad por conocer su fisonomía. Buscó una superficie reflejante y ahí cerca encontró un estanque cristalino.

Cuando se vio en él reflejado, se encontró tan chistoso y ridículo, que empezó a carcajearse a su manera, al extremo de que en cuestión de segundos reventó de la risa. Sus restos bañaron los alrededores como una lluvia de extraña piel verdosa y sangre de color púrpura.

Los habitantes de una aldea cercana, alarmados por las extrañas carcajadas y la explosión del gurg, llegaron inmediatamente al lugar. Lo primero que vieron fueron manchas moradas en algunos árboles.

Lo más curioso del caso fue que la imagen del gurg carcajeándose permaneció reflejada en el estanque durante un par de días. Después se disipó para siempre.