miércoles, 22 de octubre de 2008

El concierto


Las localidades se agotaron quince días antes del estreno, a pesar de que los precios no eran para nada accesibles. El concierto se llevó a cabo en el auditorio del Real Conservatorio de Música, el lugar más selecto de aquel país, en donde se presentaban únicamente músicos consagrados de talla internacional.

Llegó el gran día y el público esperó impacientemente a que dieran las 8 de la noche, estando lleno el auditorio dos horas antes. Las expectativas eran enormes: jamás en ese país se había presentado una orquesta de asnos tan prestigiada, además de ser dirigida por el famoso burro flautista, que años atrás había demostrado que no había sido una casualidad el que manejase magistralmente la flauta.

Finalmente se abrió el telón con toda puntualidad, y aparecieron en escena decenas de pollinos con diversos instrumentos. Tras de unos cuantos segundos expectantes, inició la música con la Sinfonía 40 de Mozart. Aquello fue una cascada de aplausos.

Así, el programa, que intencionalmente no había sido dado a conocer para sorprender gratamente al público, incluía también música de Beethoven, de Bach, de Vivaldi, y cosas más modernas, como Una Noche en la Árida Montaña de Mussorgsky.

Pero la sorpresa del programa fue el último número, cuando se tocó la Canción del Brindis de la Traviata de Verdi: una burra muy esbelta y atractiva, con voz de soprano, deleitó al público con esa bella melodía de una manera tan impresionante que hizo que brotaran lágrimas en los ojos de todos los asistentes.

Antes de que se cerrase el telón, los presentes arrojaron toneladas de alfalfa a los músicos en señal de magnífica aprobación.

Al día siguiente, toda la crítica en la prensa se mostró gratamente complacida con el concierto, excepto un comentarista necio que insistía en que el burro que dirigía la orquesta había efectivamente tocado la flauta por casualidad, y que todo el espectáculo había sido montado sobre un prestigio falso e injustificado.

Como consecuencia de esa severa crítica tan fuera de lugar, el burro decidió suicidarse al no haber podido recuperar su imagen, a pesar de tanto talento y esfuerzo.

La orquesta de asnos se disolvió y todos sus integrantes regresaron a pastar a sus granjas.

La soprano abandonó su prometedora carrera artística para dedicarse a estar siempre preñada, para criar burritos elegantes y hermosos, eso sí, con rebuznos muy entonados.

martes, 21 de octubre de 2008

La esfera sonriente que embarazaba a las damas


Lo más probable es que fuese de origen extra-terrestre, aunque también se especuló con que venía de otra dimensión o tal vez del mundo fantástico de los duendes. Nunca se supieron sus verdaderas intenciones.

Era del tamaño de una esfera de Navidad, y tenía una sonrisa dulce y agradable que enamoraba a todas las mujeres sin excepción, solteras, viudas o casadas. Volaba discretamente, y siempre se presentaba cuando las damas estaban solas. Jamás se dejó ver por hombre alguno, ni apareció en fotos o videos.

Era tan agradable que ninguna pudo nunca evitar el devolverle la sonrisa y acariciarla, sin saber que inmediatamente, tras de un cortísimo pero espléndido orgasmo al contacto, ellas quedaban embarazadas de la esfera.

En cuestión de minutos, las mujeres empezaban a desarrollar vientre, y al día siguiente tenían que emplear ropa holgada…y a dar extrañas explicaciones que ningún novio, amante o marido podía creer.

A los tres meses, las mujeres preñadas por ella daban a luz un globo rojo lleno de agua que reventaba inmediatamente, sin dejar ningún rastro más allá de las sábanas o la ropa empapadas.

Un día la esfera desapareció para siempre sin que nadie hubiese logrado explicar el extraño fenómeno.

La misteriosa criatura dejó millones de corazones rotos en el planeta Tierra.

sábado, 18 de octubre de 2008

El hada que prefirió ser ama de casa


Fue, como todas las demás hadas del universo, creada por Gea, con la idea de proteger a algún ser humano de tantos avatares que la vida genera.

Fue dotada de mil recursos mágicos y poderosos para cumplir su noble misión.

Sin embargo, en el sorteo de ahijados que la sociedad de hadas realiza año con año, todo le salió mal: le tocó apadrinar a un verdadero patán capaz de cualquier cosa.

Provista de una enorme motivación y vocación de servicio, quiso llevar a su ahijado a ser un humano sobresaliente, alguien digno de presumirse, de celebrar.

Todo fue inútil: el tipo no daba nada de sí. Si había que protegerlo, era para que la policía no lo detuviese; para evitar que asaltase bancos o que violase jovencitas desprevenidas; para que no vendiese droga; para que no hiciese destrozos mayores durante sus consuetudinarias parrandas.

Después de un par de años de vivir aventuras inéditas con su ahijado, decidió abandonar su profesión de hada madrina.

Un elfo guapo y distinguido le ofreció matrimonio, y Gea le permitió entonces deslindarse de sus responsabilidades mágicas.

Completamente decepcionada de todo, se le ofreció la alternativa de lavar platos, de planchar ropa, de cuidar a los hijos, de trapear y sacudir, de recoger las heces del perro y de esperar cada día el camión de basura.

Después de un par de años de esa vida, ella decidió abandonar al elfo y volver a apadrinar al patán.

Hoy, la pareja conformada por el ahijado delincuente y el hada madrina, es famosa por sus asaltos bancarios, por la comercialización de estupefacientes, por la trata de blancas, por sus parrandas de época, por todo aquello que no debería ser, pero que resulta mil veces mejor que soportar al elfo machista que el hada tuvo el infortunio de conocer un pésimo día.

Gea, sabia como es, adora y avala al hada de este cuento.

sábado, 27 de septiembre de 2008

La leyenda del gurg


Nació por generación espontánea, seguramente como resultado de una contracción de la membrana que separa el mundo real del mundo fantástico, justo cuando se alinearon Marte, Júpiter y Saturno, y vino a caer de nuestro lado (igual que pudo haber caído del otro y nunca habríamos sabido de él).

No era un duende, ni un elfo, ni un hobbit, sino un gurg.

Era el primero y el único en su especie, así que no sabía cómo comportarse, pues no tenía a nadie para compararse o para imitar. Tampoco sabía a qué dedicar su tiempo, ni cuál era su apariencia.

Decidió seguir sus instintos, y lo primero que sintió fue curiosidad por conocer su fisonomía. Buscó una superficie reflejante y ahí cerca encontró un estanque cristalino.

Cuando se vio en él reflejado, se encontró tan chistoso y ridículo, que empezó a carcajearse a su manera, al extremo de que en cuestión de segundos reventó de la risa. Sus restos bañaron los alrededores como una lluvia de extraña piel verdosa y sangre de color púrpura.

Los habitantes de una aldea cercana, alarmados por las extrañas carcajadas y la explosión del gurg, llegaron inmediatamente al lugar. Lo primero que vieron fueron manchas moradas en algunos árboles.

Lo más curioso del caso fue que la imagen del gurg carcajeándose permaneció reflejada en el estanque durante un par de días. Después se disipó para siempre.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Arregladita, como debe ser


La dulce Naty se pasó un rato largo ilusionada, meditando acerca del vestido que se pondría esa noche tan significativa. Quería verse impactante. Era importante.

Después, en el tocador, hizo gala de sus excelentes marcas de cosméticos y de una amplia experiencia en su aplicación.

El espejo no la engañaba: lucía joven e irresistible, tal como a ella le gustaba verse. Después de todo, siempre había sido una mujer bella y elegante.

Antes de salir, roció sobre su cuerpo un exquisito perfume de Lancomme. Era importante que esa noche luciese muy bien, pues era algo así como su cumpleaños, y quería tener éxito.

Fue en su auto a un lugar muy exclusivo, oscuro, en donde era fácil encontrar acompañante para esa ocasión tan especial. No tardó en presentarse el hombre indicado: apuesto, galante y…muy ingenuo. Él creyó haberla abordado, pero realmente fue ella quien lo escogió y lo hizo sentarse en su mesa.

Lo convenció de que tomase vodka en vez de whisky, pues ella detestaba esta última bebida, sobre todo para la cena.

Para cerrar esa prometedora noche, ella le propuso pasarla en su mansión. Él aceptó sin la menor duda, embelesado por tanta dulzura y juvenil belleza.

Después del segundo acto sexual, ella ya no soportó el hambre, y dulcemente, como besándolo, le clavó sus colmillos en la yugular, succionándole la sangre hasta la última gota.

El vodka, mezclado con el vital líquido de un apuesto galán, era su mejor cena, precisamente ese día, en el que cumplía quinientos años de haberse convertido en mujer vampiro.

lunes, 15 de septiembre de 2008

El día en que llegaron las Rutinas

Llegó el día en que ya todo estaba creado en ese universo.

No existía un solo personaje que no hubiese ocupado todo tipo de papel en las obras literarias, ni un objeto que no hubiese sido representado pictóricamente en todos los estilos, ni una rima que no hubiese sido pronunciada, ni un sonido que no hubiese conformado alguna melodía.

Ese día las Musas se retiraron para siempre al Olimpo, dejándole su lugar a las Rutinas: la aburrida humanidad las necesitaba tanto como al aire y al alimento.

Ya todo estaba creado en ese universo.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Reproches

Hora: la 1AM de un día cualquiera entre semana.

Lugar: mi dormitorio, recostado cerca de mi esposa, quien duerme con la tranquilidad de un bebé.

Problema: no logro conciliar el sueño, a pesar de varias dosis de pasiflorina concentrada.

Razón: me siento vacío, frustrado e inútil, pues no he sido capaz de escribir un cuento que valga la pena hace varios meses.

De pronto, la siento pasar dentro de mi cerebro, caminando sobre mis neuronas. Reconozco sus sutiles pasos, percibo su casi imperceptible aroma. ¡Es ella!

Es el momento de confrontarla. Si no lo hago ahora, ¿quién sabe cuándo regresará a mi mente?

Yo: “Hola, musa ingrata.”

Ella: “Hola, escritor mediocre.”

Yo: “Uno es lo que es su musa.”

Ella: “¡Mentira!, te he dado material de sobra. Eres tú quien carece de la menor iniciativa. Quieres todo digerido, redactado, e incluso con correcciones ortográficas.”

Yo: “No es así. Los últimos cuentos que me has propuesto, además de ser escasos, no entretienen a nadie, por más jiribilla que yo les ponga.”

Ella: “Pues así ha sido siempre, y no puedes negar que algunos han sido exitosos.”

Yo: “Sí, alguna vez tú y yo hicimos una gran pareja, pero de eso hace mucho tiempo.”

Ella: “Algo está pasando entre nosotros. Ya no me quieres como antes.”

Yo: “Te quiero igual que antes, pero la pasión de hace tiempo ya está ausente.”

Ella: “Yo también te quiero, pero hemos escrito juntos demasiados cuentos. Empiezan a resultar monótonos.”

Yo: “Si no haces algo por volver a ser como antes, me buscaré otra musa.”

Ella: “Y yo otro escritor.”

Yo: “¡Si coqueteas con otro, te la verás conmigo!”

Ella: “Pues ya lo he hecho. Inspiré un cuento a otro hombre. Y te diré que me gustó.”
Yo: “¡Ingrata, musa mal nacida! ¡Vete de mi cerebro!”

Ella: “¿Estás seguro de lo que dices?”

Yo: “¡Sí: lárgate con el otro. Espero que juntos tengan mucho éxito.”

Ella: “¡Pues ahora mismo me marcho!”

Yo: “Espera, que no hemos acabado de hablar.”

Ella: “Además de echarme de tu cerebro, ¿qué quieres decirme?”

Yo: “¡Que no te vayas tan rápido: debemos discutir nuestra separación!”

Ella: “La verdad, quisiera quedarme contigo, pero me estás echando…”

Yo: “No te estoy echando. En realidad te he extrañado mucho.”

Ella: “Yo también te he echado de menos.”

Yo: “¡Pues volvamos a los cuentos!”

Ella: “Sí, amado escritor: volvamos a los cuentos.”

Yo: “Estoy listo. Tengo papel y bolígrafo.”

Ella: “Pues ahí va una historia con final feliz: Existió una vez un escritor que había dejado de apasionarse con su musa, al extremo de que ella dejó de sentirse querida, viéndose obligada a buscar a otro más sensible en algún otro lugar, a pesar de lo mucho que amaba al suyo…”