sábado, 23 de febrero de 2008

El destructor de sueños

Superaba en maldad a los hombres-lobo, a los vampiros transilvánicos, a las suegras maléficas, a Bin Laden, a los ogros secuestradores de princesas, a las brujas granulientas, a los demonios desesperados, a los monstruos marinos, y a Alien.

Fue él quien le dijo a los niños que Santa Claus no existía; que Bambi era un venado homosexual; que la Caperucita ya no era virgen cuando la violó el lobo y simplemente buscaba un responsable de su embarazo; que Blanca Nieves era una ninfómana perversa; que Guillermo Tell realmente falló y mató a su hijo; que el flautista de Hamelín drogaba a las ratas (que lo seguían no por la música, sino para que las abasteciese de droga); que el patito feo era de verdad un patito feo, no un bello cisne, sino todo un bastardo; que Robin Hood le pintaba cuernos a Lady Marian; que Alicia fumaba opio; que Ali Baba se dejó corromper por los ladrones; que la Cenicienta pretendía la fortuna de sus hermanastras; que el Principito nunca salió de su palacio; que Harry Potter se orinaba en la cama a los catorce años; que la Bella Durmiente tenía pésimo aliento; que Peter Pan era agente de la CIA; que la nariz de Pinocho no crecía con las mentiras, sino cuando se excitaba sexualmente; que los tres cochinitos fueron finalmente convertidos en salami; que Winnie Pooh era pederasta; que la zorra de las fábulas se comió al cuervo; y que la liebre arrasó en la carrera contra la tortuga.

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