viernes, 4 de septiembre de 2009

El espíritu ataca de nuevo


Había existido desde siempre en nuestro planeta. Había animado miles y miles de objetos, como sillas, escobas, lapiceros, lámparas o jabones.

Disfrutaba mucho viendo las reacciones de miedo de la ingenua humanidad cuando algo inanimado se portaba de manera extraña, pero cada poco se aburría del objeto en turno, pues la gente siempre era predecible y no le brindaba ya mayores sorpresas.

Pero fue así que un día, lleno de aburrimiento, deambulaba por una farmacia, cuando pudo leer las instrucciones en la envoltura de un extraño medicamento con diseño aerodinámico que había en algún estante.

En ese momento se dio cuenta de que ése sería su entretenimiento por los siguientes mil años por lo menos: se introduciría en él, se escondería en los cuartos de baño, y haría - cada vez que se presentase una oportunidad- lo que indicaba las instrucciones como vía de administración del medicamento, ni más ni menos.

Fue tan divertido ver cómo la gente distraída saltaba y gritaba cuando él la penetraba vía anal, que decidió hacerlo muchas veces al día, generando todo tipo de reacciones inesperadas.

Finalmente, el espíritu encontró en los supositorios, los objetos inanimados ideales para pasarla bien el resto de su existencia.

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