sábado, 3 de abril de 2010

Jarión y los Vientos Circunstanciales


Jarión era un magnífico escritor de cuentos mágicos. De hecho, a pesar de ser humano, era un dios para los personajes que creaba, pues estos no diferían en mucho de los seres vivos como tú o como yo.

Una vez que Jarión describía a un personaje en sus cuentos, éste cobraba vida inmediatamente; sentía y era consciente de su existencia; disfrutaba o sufría amores y desengaños, situaciones, tragedias e ilusiones; lloraba o reía; amaba o desesperaba.

Pero Jarión no era perfecto, y de repente acorralaba a sus personajes en situaciones de verdad complicadas, aparentemente sin solución.

Afortunadamente él tenía un recurso que le brindaba su amiga, la sufrida diosa Deyanira, experta en el arte de complicarse la existencia y de salir airosa de sus problemas: los Vientos Circunstanciales.

Cuando la trama del relato acorralaba al personaje, Deyanira -siempre pendiente de los magníficos cuentos de Jarión- soplaba dulcemente Vientos Circunstanciales hacia ellos, con lo que se alteraba todo el contexto de la historia y así aparecían nuevas opciones para los héroes de sus cuentos.

Los personajes acorralados de pronto veían una nueva trama; aparecían soluciones, nuevos aliados, hadas benefactoras o escudos inviolables con los cuales protegerse.

Pero un día Deyanira se enfrentó a un problema que la superó y decidió suicidarse.

Los Vientos Circunstanciales dejaron de aparecer en los cuentos de Jarión, y sus heroicos personajes fueron muriendo uno tras otro, acorralados por las irresolubles complicaciones en la trama de los relatos.

Jarión perdió la magia, pues ningún personaje quería ya ser parte de sus cuentos. Se decidió entonces por el suicidio con cicuta, pues ya muerta Deyanira, no hubo Vientos Circunstanciales que lo ayudasen en sobrellevar su propia existencia.

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