jueves, 28 de febrero de 2008

Mis amigos relativamente inexplicables


Tengo ya demasiados años en este universo. A pesar de que radico en el muy publicitado planeta azul y verde, nunca le he visto lo maravilloso, más allá de lo fortuito de sus bellísimas montañas y desiertos, de las millones de especies de seres vivos, de todas esas cosas que tanto nos impactan sin merecerlas.

Todo esto sería precioso si no tuviésemos (el 99.9% de nosotros) que ganarnos la vida “con el sudor de nuestra frente”. Esto a mí me fastidia, y seguramente a muchos otros más que a mí, pues mi trabajo siempre ha sido relativamente dulce.

Por esto, todas las tardes, a eso del anochecer, me concedo una tregua (hasta el día siguiente), en la que abandono este estético pero improductivo universo, y me voy a visitar a mis muchos amigos de otros mundos. Para estar con ellos dejo volar mi cerebro hasta los confines de lo inimaginable. Esos seres tienen una enorme ventaja sobre los de mi agotado universo: yo los imagino, los creo a mi gusto, les asigno color y neurosis, amores y desventuras, magia o simpleza o tan sólo les dejo ser como son. Me agrada convivir con ellos, pues no me arruinan el día siguiente con pagarés que se vencen, con citas necesariamente puntuales, con exigencias de redituabilidad o de hipereficiencia.

Ellos tienen sus propios problemas, pero yo los ayudo con mi fantasía a que ellos los resuelvan, y después me lo compensan con muchos ratos muy agradables cada anochecer, mientras veo desvanecerse por mi ventana al sol de mi sistema planetario en la profunda oscuridad de mi universo.

1 comentario:

es dijo...

Tú mismo lo dices... son "relativamente inexplicables" y la magia que ellos te entregan, y en la que a su vez tú los atrapas, te permite que sigan vivos en tu mente y en tu corazón, prologándolos con tus palabras al espacio que comparten tus lectores.