martes, 12 de enero de 2010

El personaje saltarín


Le tocó vivir más de cincuenta años atrapado en un libro de cuentos de terror. Hizo durante todo ese tiempo y durante todos los capítulos, el papel del asesino sanguinario Hurg que sorprendía a las bellas mujeres de su ciudad para destazarlas sin piedad.

Él estaba aburrido de hacer siempre lo mismo en la misma ciudad, pero estaba resignado a ello porque nunca vio opciones para liberarse de aquel desagradable yugo, sabiendo que todos los lectores deseaban que el heroico y apuesto detective Helms lo atrapara y llevase a la silla eléctrica.

Pero un día, un nieto del autor de ese exitoso cuento decidió publicarlo en un blog de la Internet. En seguida aparecieron nuevos lectores que disfrutaron la obra, sobre todo por el final en que nuestro perverso personaje se retorcía de dolor oliendo a quemado durante la poderosa descarga de la silla eléctrica.

Pero una tarde él, antes de ser electrocutado una vez más para satisfacción de los lectores, descubrió que ya no estaba preso entre portadas de cartón y párrafos de tinta. Se dio cuenta de que ahora estaba conformado de bytes electrónicos, y empezó a probar y a jugar su nueva conformación electrónica.

Fue así que se dio cuenta de que podía saltar a otros cuentos dentro del mismo blog. Al día siguiente, amaneció como príncipe salvador de una princesa secuestrada por un dragón. Representó orgullosamente este aplaudido papel varias veces, hasta que decidió saltar al cuento de la conquista del planeta Xion, en donde ocupó el papel del valiente comandante Stard durante un par de semanas.

Y así, saltando emocionado de cuento en cuento y representando diversos y versátiles personajes, intentó transportarse a un blog vecino, que resultó ser de poesías de amor.

Ahí representó con mucho orgullo el papel de Cupido, el de Romeo enamorado, el del Amante Eterno.

Hoy nuestro personaje vuela de blog en blog en todo tipo de círculos literarios, en comedia y tragedia, en prosa y poesía, y se ha convertido en toda una estrella que leemos a diario, sin saber quién es realmente, en muchos cuentos, historia y poemas en la Internet.

Nadie se acuerda ya de que alguna vez fue el terrible asesino Hurg que destazaba bellas mujeres en la oscuridad de la calle Gluck.

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